domingo, marzo 23, 2025

Grageas de nuestro espíritu contemporáneo


Soy, o mejor dicho somos, de la generación que aprendimos a crecer a la vera del camino. "Vivimos la nostalgia de un tiempo que no fue nuestro", supo decir así Charly García o algo por el estilo.

 

Lo concreto es que quienes nos reconocemos antes que baby boomers, como verdaderos ochentosos 

-esos que nacimos promediando los sesenta y nos comimos el secundario en dictadura-, siempre alternamos desconfianza y admiración respecto de los aventureros y revolucionarios setentistas.

 

Claro que ahora comienzan a asomarse las patas de las propias sotas. Así aquellos referentes cercanos que entre música y actuación cobijaban nuestro refugio de crecer a tientas, es decir los voceros del mimsmo palo...comienzan a envejecer.

Son varias las características que nos definen dentro de este grupo etario: balbuceantes de pensamiento aunque orgullosament democráticos, celebramos aunque con reservas aquello de ganar la calle, allá por el 83, 84. No era para menos, veníamos curtidos de avisos doctrinarios como '¿usted sabe dónde está su hijo en este momento?', 'somos argentinos, derechos y humanos', 'el silencio es salud', más las recomendaciones familiares del "no te metás", como mantra, o sea criaturas de tanta mala yerba propagandística que fue moldeándonos.



Si no me creen, armen una juntada de secundario y verán cómo ni las hiper, los levantamientos carapintadas o las crisis laborales, por citar distintas fotos de nuestra travesía, resultan insuficientes al momento de valorar las bondades del voto republicano. 

Claro muchos de los nuestros jamás se atreverán a tirar que los milicos fueron mejores, eso corresponde más a los presetentistas (¿nuestros viejos?) pero la voluntad por el orden y la propiedad privada quedó sellada a fuego en nuestras neuronas en contra de una devaluada Instrucción Cívica y una tablita económica que hasta hoy dista de esfumarse de nuestro inconsciente colectivo. 

Y sí, "el deme dos" en sintonía con la meca de Miami nos caló hondo.

 


En lo casi inmediato, ya saboreamos el empalagoso e indigesto flan caseriano, cual cucharada de moco. Vemos a un Juanse más evangélico que rolinga (supo ser pro nazi en sus inicios, huelga decir), quedamos heridos con este Calamaro mileista y hasta medio incómdoso con Juana Molina ofendiéndose por recordarle sus años televisivos dorados, gritando una y otra vez con su mantra de fondo que "ella fue música toda la vida". Y la lista puede seguir al infinito y no tan allá, como para desencantarnos con gente de otros rubros. 

 Por supuesto que, aun ignorando la autocrítica militante y combativa, nos cabe también sendas e inevitables mea culpas. Resulta complicado durante una conversación que no se nos escape alguna "trola" o "puto del orto", encriptado en nuestro insalvable vocabulario. Además, a muchos nos da urticaria los streamers regatoneros o viceversa. Entendemos que detrás de un meme hay una intención subliminal e ideológica propulsada por nuevos imberbes y hasta continuamos desconfiando de la medicina alopática justo ahora cuando el cuore, las infecciones urinarias o artritis alternan nuestro malestar. 

En directo, diferido o modo loop, según se precien nuestro maltrecho cuerpo o enquistados malos hábitos sostenidos, de puro cabezones que somos.

 

En verdad, el espejo prehistórico fastidia pero nos define. No somos precisamente hijos de la selfie aunque le pongamos onda en las reuniones. 

Nunca más alejados de la generación de cristal, preferimos recordar momentos antes que eternizar paisajes o apelamos a una memoria banal como valor identitario, tanto para repetir de memoria un equipo de fútbol, la teoría de la hipotenusa (de modo mecánico, claro), un aviso de margarina o la muletilla más cruel de Chachacha. 

Virtudes que celebramos en soledad ya que ni los padres, hijos, vecinos o compañeros de laburo comprenden. Son superpoderes inútiles agotados al instante, como quien guarda celoso un pedazo de kriptonita en el bolsillo, cual buen recuerdo.

 


Admitimos que pedir perdón nos jode, porque hoy se estila no callar los propios puntos de vista y, cual Fito Páez opinólogo de todo, fuimos acostumbrándonos a encontrar definiciones y argumentos para cualquier circunstancia. 

No seremos coterráneos de aquellos engreídos "vení pibe que yo te explico", pero sabemos que "la nuestra" a veces alcanza para desdibujar un tatuaje excéntrico o mofarnos de rimas consonantes, constantes, ignorantes frente a pretenciosos y púberes contrincantes.

Porque somos los que crecimos con la superioridad de quien festeja el "mañana es mejor", mandato que nos impuso el Flaco aunque el presente se nos esté volviendo más infinito y pesado que el túnel y su final de Gaby Michetti. 

En mi caso, la muletilla reinventada de Paul Bowles más propia del imaginario kafkiano que reza "todo empeora", jode con su veracidad. Algo así como reivindicar una sabiduría cuya certeza daña y no mucho más.

 

Lo mismo que, parafraseando (mal) a Gramsci, "las frases hechas que no terminan de morirse" como "tapar el cielo con las manos", "es la economía estúpido", "creíamos que saldríamos de la pandemia mejores", "aprender a resistir" y otras ocurrencias que se instalan en cualquier discurso o conversación, igual que hablar del clima en el ascensor, la falta de trenes o la inseguridad. "¿Qué barbaridad todo, no?".


En esa dinámica de lugares comunes y frases hechas, resulta inevitable rascarse el codo con el solo "a ver" de Cris o el "y bueno nada" de Lanata, muletillas que joden como una puteada buscada para esquivar incómodos silencios.

 


Y aquí andamos, a tientas, señalándonos, acusándonos por no ser lo suficientemente cultos y sensatos como para no hacernos malasangre. 

O lo saludablemente lúcidos de modo que no necesitemos apelar a razones bobas o facilongas. "Mata la humedad", "lo que daña fortalece", "la única verdá", etc.

 

Quizás para esto sirva la IA en sus distintos formatos y recursos. Cambiar nuestras excusas y expresiones huecas por construcciones lingüísticas pseudo académicas, excéntricas o más pretenciosas.

 Es que la tecnología llegó para hacer las cosas por nosotros. 

Justo por nosotros que fuimos más testigos que actores. 

Nosotros que cambiamos religión por divanes, apostamos a la autoconfianza devenida en running, yoga, voyeurs de influencers o expertos rupturistas esporádicos de X.

 


No quedará otra entonces que juntarnos para rememorar El Palacio de la Risa, aunque Gasalla haya sido un jodido con los nuestros. Al tipo le calentaba el talento de Urdapilleta y Torto, el histrionismo de Juanita o los bordes del cordobés. Les abrió la puerta, pero le jodió verlos crecer.

Otra opción sería celebrar De la Cabeza. Pero ¿viste cómo se pelearon el gordo y Capu por Pedro? Muy celosos todos. 

Rescatar al Salmón, más allá del amor torero de Andrés con el feeling libertario. Iguál él ya había dado ciertos indicios metiéndose con una novia del bicolor. 

Razones para dinamitar a los nuestros nunca van a faltar. Y seguir siempre así hasta encontrar o refrescar potenciales conflictos. 

Acaso esa percepción no sea de mis contemporáneos si no propia. 

Elogios de un resentido. 

En desuso pero atento. 

Siempre atento a lo que nos toque en suerte. Dispuesto a cuestionarlo, como un juego dialéctico.

 O sólo de puro contreras.



   

miércoles, febrero 26, 2025

Los recuerdos te lo comen los perros

Hay muchas  maneras de comenzar, aunque el término pueda parecer devaluado. ¿Iniciarse en qué? ¿En lo ilusorio de un calendario? ¿En la necesidad de suponer que arrancamos con algo para sumar el consiguiente desarrollo y desenlace? Que la vida dista de construcciones literarias tan obvias y uniforme.

Los consabidos primeros cinco dias de enero y sin reyes magos a la vista, sumo un deambular barrial como principio de algo. Ayer, por ejemplo, antes del diario, con mi hermano repasamos las cuadras perdidas y las contrastamos con la vaga memoria. Ahí no había huellas de la heladería Essere, a pesar del halo de su eventual prestigio. Ni las fábricas de matafuegos que recordamos, él de parte de un amigo de la infancia, uno del papá de compañera del primario. 

Nada de eso. 

Pasamos también por la puerta de casa, con algo de pena. Siempre nada es como entonces, aún cuando ese entonces dolía fuerte. 

Vimos la casa de la esquina, el tipo tenía dos lazzie y a Eze solían saludarlo. Unas horas antes, Anibal, vecino y amigo me contó el fulero desenlace del hombre. Allí, donde supo albergar también de los canes una casa rodante, un día lo encontraron muerto, "después de estar con una mina", rezó el informe de la cuadra.

"Pero lo peor, sumó mi amigo preciso, fue que allí se mudó el hijo que al poco tiempo se murió. Tardaron en darse cuenta, aparentemente se lo habían comido los perros". 

 

No cualquier carnicero



En En modo atrofiado, tardío, titubeante y torpe, bah como siempre, entiendo que algo hay que hacer con esto y retomo la escritura. 


Despejo la x de las conversaciones hostiles de las redes y me zambullo en saludar por última vez a Mario, carnicero del barrio que figura en mi documento pero se me hizo propio hace más de dos décadas. 

El hombre cuya virtud gourmet era no exhibir la mercadería para que cualquier cliente dejase en sus manos la elección del corte a su voluntad, se fue para siempre dejando entrar a la lluvia un miércoles de febrero.


Años más o menos, logré colarme en su mundo ordenado para rebajarle a proporciones lógicas la salvaje parra de su patio que aún cobija a Norma, su inseparable compañera. La casa se ubica justo detrás del local que ofició de aldea global, escenario y ámbito de relato de proezas juveniles y recuerdos de un Berazategui ya inexistente emparentado con mi viejo primero (contemporáneo de Mario) pero más profundamente con los años mozos de mis abuelos.


"Acá a la vuelta había una lagunita y más cerca un campito, ahí en el Relámpago jugábamos a la pelota", confiaba el hombre de pulcro delantal y mirada aniñada a propósito de aquel mundo donde supo ser feliz. 


Un par de fotos de juventud del local lo exponen como futbolista “habilidoso y atrevido”, según pregonaba, devoto de su querido club gallina. Por él aprendí que al pincha supo reconocérselo como el River de La Plata. Como tantos, el hombre de cuchilla filosa y ojos pícaros también se soñó delantero exitoso. 


Hablaba con devoción de su padre y atesoraba recuerdos en un cuaderno que alguna vez me dejó pispear. En él, Mario melancolizaba juventud y esfuerzo, casi como un pibe que a fuerza de sacrificio y obediencia, logró torcerle el brazo a la desgracia de la orfandad. Ganarle con oficio, a la pobreza, entiendo. 



Años atrás le celebramos su rol de actor de reparto en una peli con Ana María Picchio que se filmó en el municipio. "Angelita la doctora" fue la llave para exponer los azulejos de lujo pero también sacar al hombre y a su infaltable compañera del anonimato y volverlos célebres por un rato.


"¿Cómo te va Rial?", saludaba tirándome la lengua acerca de algún chimento, útil para amenizar la conversación entre las milas de cuadradas y la picada. "La paso dos veces", indicaba al rato sobre su producto especial, como un trato diferencial buscando certificar su rol experto en eso de cuidar a la clientela.


Raspando la memoria, celebro la recompensa obtenida de esa jornada y media de uvas sin madurar y parra prepotente. 

Siete u ocho bolsas de consorcio habrán sido parte de la cosecha depuradora a cambio de un costillar inolvidable que ayudó a sortear el menú de aquel fin de semana.


Supero el agua de la zanja acumulada de la vereda de Cuellas, funeraria que probablemente oficie de peaje cuando me toque mudarme hacia la nada.


Ingreso y saludo al matrimonio que desde hace un tiempo asumió el legado de Mario y Norma, respetando experiencia y tomando el lugar del cortador. "A él le hubiese gustado que hoy estuvieran abiertos", les habrían increpado los herederos del carnicero ajenos al oficio y probablemente desoyendo al dolor inconsciente de lo irreemplazable, aunque evidente: la pérdida.


La abrazo a Norma, tan diminuta y tan enorme en esto de cargarse la flamante mochila de continuar el baile en soledad. Algo canchera está, al menos habitualmente es quien pone el pie en la calle para hacer las compras y andar de un lado al otro cual ardilla, presta a trasladar lo primario, lo elemental.



Sin embargo, la mujer no deja de sorprenderme con esa sabiduría básica de la gente de su tiempo. "Nunca pensé que iba a tener que atravesar este momento", se sincera pero sin reproches. 


Saludo a algunos vecinos y vuelvo raudamente a casa, no a ver la tribu de mi calle, si no las fotos que les tomé a ambos alguna vez. 


Sé que daré con ellas y colorearé este momento que había dejado colgado hace diez días, cuando Mario dejó su rol de anfitrión para siempre. Entonces, extendía su mano, saludando y celebrando la performance su River para luego instruir a su reemplazo e indicándole con autoridad. "A él dale esa porción. Haceme caso".  Obediente el joven carnicero asiente, afila su cuchilla y cumple con la faena, mientras Mario ríe, como diciendo “vas a ver”.   


Bruzos, arltiana y de las nuestras











"Primeros en la fila", describe la lógica vinculación entre el lugar generacional que nos toca y la muerte. 


En concordancia, me gusta más la lúcida y reciente apreciación de un amigo, Charly Bernabei, a su médico: "la vida es eso que te pasa entre estudio y estudio". Whatever, en lo que va del verano cuatro personas de este modesto universo, cambiaron piel para hacerse recuerdo. 


Una fue Mario, del post anterior que ya había dado muestras sobradas de supervivencia y, en verdad, era más grande que mi viejo.


Las otras, del "Pollo" y Frigeni, compañeros mayores de años adolescentes parroquiales en Sarandí, llegaron como mails difusos o noticias del estilo "qué barbaridad" vía wsp sólo para recordar la finitud cual vencimiento de impuestos o catástrofe climática.


No porque uno se interese menos, más bien porque el correr de los años ensanchó las coincidencias con el hoy, como un sepia inevitable.



Ayer, luego de una noche insomne, con varias preguntas sobre el sentido de asistir o no a un último adiós, volví a la Chacarita para despedir a Gaby Bruzos. 


Colega y animal de trabajo cual discípula arltiana, por años y desde distintos productos periodísticos nos codeábamos en el asunto de despachar notas e intentar descifrar la lógica de Perfil y sus propósitos: desarrollar contenidos, vender publicaciones y cumplir con operatividades delirantes de negocios impuestos sólo para ratificar que la edición, las horas sillas y la amplia gama de crónicas y entrevistas, según las circunstancias, daba sentido a tanto esfuerzo. 


Entiendo que la última vez que nos vimos fue un saludo seco pero cómplice. No del estilo "te acompaño el sentimiento" (perdón por lo inoportuno) si no más acorde a la actual premisa que hoy los desclasados mileistas aplican para todo "hay que seguir". Saludable consejo el suyo para que yo pudiera dar rápido la vuelta de página.


Entonces abandonaba por segunda vez la editorial, acordando mi salida para esquivar la oferta de Siberia, esa redacción fantasma, sin computadoras ni teléfonos hecha para desclasados. 

Me habían dicho que mi labor de editor en Semanario concluía a pesar de sostener el producto, con esmero y, por qué no, bastante entusiasmo. 

Una veintena de compañeros de distintas revistas en el edificio salieron a bancar mi función. 


Bruzos fue una de ella. 

Valiente, a su modo, cómo pudo. Sabemos que en la desigualdad de roles que imponen las empresas, a mayor responsabilidad, basta un "no" a los superiores para que te corran de escena. Para quienes se comprometen a cerrar notas, hacer un seguimiento de la edición, decidir sobre los roles de la redacción y "sostener el barco" (perdón lo remanido) cualquier empatía clasista conlleva a su certificado de defunción.


Pero Gaby bancó. 



Sí ella. La velezana amante de dos Manu (su benjamín y Ginobili) vivió comprometida a su pasión y convicciones: el periodismo, la docencia, celebrar el recorrido de sus criaturas de Tea, bucear en la actualidad del mundo femenino eludiendo la hegemonía de lo frívolo para aprovechar los espacios de sus magazines con temas de preocupaciones concretas. 


Ese sutil pero básico equilibrio entre lo atractivo y lo necesario a favor de los lectores, en su caso de sus lectoras fieles a través de Mujer, Mía o cualquier eventual desafío editorial.


Los puchos, su carcajada y sonrisa potente, el interés por el cine que ayer recordó en Chacarita Patricia Daniele a la espera de los Óscar para mirar contrarreloj todas las candidatas antes del evento, la explican. Atenta, inquieta, ávida del apetito que se abre por intentar saber más.


También el entusiasmo cuando con cierto rubor compartía la creación de sus alumnos. No sé si se llamaba “lunes” o “domingo” el mensuario de notas del staff que creó en su escuela, pero ahí sus pibes ponían toda la carne al asador y ella, rebosante de orgullo exhibía su criatura, recién salida de la imprenta.


Su vehemencia al momento de discutir puntos de vista (en nuestro caso, diferencias irreconciliables desde la política, entre picantes y divertidas), me hacía ruido ante un inentendible pudor que se imponía al momento de hablar sobre sí misma. Y eso que ella era  capaz de alterar la rutina con alguna descripción explícita (zarpada) como dejando en claro que privacidad y represión no necesariamente son compatibles. 


O al menos así sonaba cuando hablaba sin red. Quizás tuviera que ver con mi sesgo machirulero.


La cagada de compartir tantos años naturalizando el día a día de las redacciones es suponer que tales hábitos conllevan a una segura inmortalidad. Con un amigo solíamos bromear sobre lo que queda de nuestra existencia. Sarcásticos coincidíamos "pasan las minas, pasan los afectos, la ropa, los deportes, las familias, sólo queda el trabajo". Comentar esto dos décadas después parece chiste de mal gusto. 


Pero personas como Gaby dan cuenta de una admirable dedicación a lo suyo, tanto apetito por plasmarlo a pesar de todo. Ponerse la camiseta y darle para adelante.


Bruzos cumplió 65. Parca injusta para quien hizo de su profesión un ejercicio de vida. Sin embargo, años antes había dado algunos indicios de bronca y desencanto al compartir vía facebook la desazón de un colega suyo, a raíz de abandonar su rol de profesor. De algún modo absorta, con tal posteo Gabriela daba algunos indicios de mortandad de un periodismo que envejecía frente al flamante modo entretenedor de comunicarnos, con pibes embolándose en las aulas y maestros balbuceantes frente a la mágica e inminente dictadura de las redes. "No la veían". 




Los contemporáneos, aun ni la vemos. 

Sé que lo innombrable se coló y expandió en el cuerpo de esta mujer siempre con cara de nena y anteojos lectores. Me hubiese gustado previamente discutir sobre mi tara de estos últimos años acerca del significante lacaniano. Del simple devenir o de cómo repercute lo no dicho en nuestras almas. 


Los dos heredamos y coincidimos también en la cuestión gallega aunque creo, por alguna eventual revelación suya que como mujer padeció probablemente más daños de la cuenta.

 

 Ayer, mañana gris si las hubo, la figura de Gardel o la tumba de Celedonio Flores quedaron relegadas en el crematorio de Lacroze. Hacía rato que no atravesaba el lugar. En el camino vi dos raquetas abandonadas en un nicho, pasto artificial en rectángulos de 1 x 2, frases para la posteridad selladas en marmoladas sepulturas,  adoquines húmedos y hectáreas de verde esponjoso, intercalados en el GPS interno. Además por supuesto de ciento de cruces de testigos históricos y silenciosos.



En esta instancia también hubo momentos breves para intercalar balbuceantes reflexiones con colegas. Gente querible que pelea el día a día, fuera de likelandia y revisando las últimas horas y los días de la amiga querida. 


El hermano de Gaby, también colega, exorciza los "dos últimos meses de mierda" realzando la impronta de una mujer que “peleó por la verdad desde y para siempre”, destaca. 


Julio Petrarca, uno de los compañeros de vida, se conmueve a contramano de la rigidez que lo caracteriza respecto de su trayectoria en la dirección de medios. 


Manu no para de agradecer en nombre de su madre. "Hoy son tantos los que vinieron para vos. Vos que tanto disfrutabas de la soledad", dice refrendando otra virtud de Bruzos desconocida.


Hay alumnos que hoy se destacan en medios y redes que dejan que las lágrimas sigan su curso. Una chica sostiene una guitarra y otros más jóvenes dejan en claro que las clases sobreviven a los mandatos de Musk.


Hay aplausos insuficientes como para tapar la agonía de lo inexplicable. 


Hay preguntas sin respuestas, cual disparador de crónicas, conversaciones e hipótesis. Ayer intercaladas en este camposanto porteño pero antes, no hace mucho, promovidas desde redacciones, bares, cafés de máquina, pasillos y ascensores.


En esas circunstancias, Bruzos prendería un pucho, se quedaría pensando cuál sería la mejor opción para una nota a doble página y de qué modo se podría ilustrar. Luego podría excusarse para volver a su escritorio y teclear argumentos y formas.



(de su cuenta de facebook) 

Como nosotros ahora, buscando explicaciones y recursos para retrotraerla al presente, sostenerla, mantenerla cerca. Como sucede con la buena gente que enseña y perdura, más allá de las divisorias arbitrariedades de la existencia.    


jueves, noviembre 28, 2024

Fotografía o reflejo suspendido


  En esto de hacer una pausa y estirar las piernas en el diario, recorro la planta, o mejor dicho su esquelética estructura. 

La mugre es un atractivo en sí mismo: Techos a nada de venirse abajo, palomas en dos de sus formas, las vivas apuntan inclementes al piso ajenas al mito de la buena suerte. 

Sé que soy un destinatario fácil. No sólo eso, ubico el celular de modo perpendicular a una de ellas y el noble regalo salpica en milésimas de segundo al costado de mi prótesis comunicacional.

Sonrío, la ley de Murphy puede prescindir de mi ingenio. Por suerte de las tres canillas del baño, una funciona, tras limpiar y secar con resto de diarios viejos celebro mi boba coincidencia entre la no foto y el efímero excremento colombófilo.

Contemplo a las otras quietas, esas que cuelgan cual murciélagos, tras desgraciadas muertes que seguramente nadie lamentó. Se las ve atadas a sendas redes que no lograron esquivar. 

Estimo, por lo que queda de las pobres, que su final les llegó despacio. Muy. Días, probablemente. ¿Dos, cuatro? ¿Alguien se habrá apiadado de ellas? Supongo que no. 

 

Pero mi idea no era escribir acerca de pájaros ni de piedades, si no sobre esa foto que demoré en compartir. 

Nada tiene que ver con una selfie torpe o típico indicio de "estuve aquí". Justamente en este lugar que dista notoriamente de parecerse a la colosal pirámide de Keops o retratar una abrazadora y persistente nieve neoyorkina.

La fábrica, llamémosla así, es un tugurio de conurbano, una sombra de lo que supo ser, cuyo degradé similar al sepia no fue generado por filtro o pincel, si no por un silencioso y tenaz deterioro, lógicamente producto del abandono.

Atentos, hay tachos de colores que servirán para la edición de los periódicos de la jornada, quizás de la semana. Pero ni el rojo, ni el amarillo sobresalen al halo grisáceo dominante.

 


Con mucha voluntad pueden apreciar un tetris en el techo. Un rayo de sol, allá en el fondo, en composé con la resolana, cuyo reflejo transforma de refilón  las ventanas rotas en falsos vitrales. 

Y el azul mediado por un cuadrado cercano amarillo, semejante al logo viejo del correo argentino o cualquier improvisado museo bostero.

¿Qué es todo este delirio? preguntarán con razón. 

Excusas, amigos, excusas para suponer por que la belleza de lo derruido evitó ser compartida en el acto, cual REM, como se conoce a esos gestos reflejos o vertiginosos movimientos oculares del sueño que no se pueden controlar y que suceden a velocidades increíbles.

A decir verdad, sí compartí una foto que estuvo a nada de borrarse. 

Justo decir que hay cara de cansancio, de años, una mueca cuyo plano acentúa la concepción de la vejez, la remera negra. 

En fin, un perfil tan gris como el fondo que me sostiene.



La dejo en instagram. Insisto, esta no es la imagen que me interpela, si no la anterior.


Y uno sabe por qué. 

El contexto (podemos llamarlo de abandono) habla de condiciones: laborales, temporales, cotidianeidad que lleva años y en la que no resigno la ilusión de que será eventual, que el ámbito puede mejorar, transformarse.

¿Qué es una imagen de una planta venida abajo si no otra cosa que un territorio que está a nada de extinguirse?

¿Cómo se hace para no mantener un espacio que oscila entre la hostilidad y la indiferencia de sus dueños ante quienes peleamos por soñarlo rentable y mejor?

¿Qué es una foto si no un vehículo que da a luz aquello que está presente pero no se ve?

Bueno, no ven los otros. Unos lo vemos todos los días. 

Lo vemos del mismo modo cuando nos cruzamos vecinos dormitando entre frazadas deshilachadas y bultos varios, en cada esquina porteña. 

Igual que pibes de camisetas viejas, ganándole carreras al último vagón del Roca, rumbo a vaya uno a saber dónde.

Lo consideramos como ofertas de alfajores "en esta excelente oportunidad", de tres por mil, tanto a la ida como a la vuelta. 

Parce que "la más maravillosa música" trocó en letanía mecánica e igual que el susurro del viento, si estamos abiertos a la percepción nos dice lo que nos falta: 

1) a nosotros algo dulce para cerrar la jornada

2) a la veintena de ambulantes, tres lucas para volverse a su casa.

Bueno, todo eso que está a la vista, generalmente no se percibe.

Y yo antes de publicar nada, puse reparos (¿autocensura inútil?) pensando en los Ceos cercanos contemplando el hábitat que les pertenece pero no modifican. 

"Instalaciones", nos enseñaron en la escuela y la sola mención, nos trasladaba a esos estantes de fierro y chapa que en nada se parecían a la definición con el balance y la Economía.

 

En este caso, este post podría oficiar de epígrafe para una bendita foto. 

Noticiar con una mera descripción. Diecinueve caracteres alcanzan. Y dicen. Mucho.

No me voy a hacer el Barthes, ni la Sontag, ni jugar a las resistencias de Charly, quien más de una vez en concordancia con los originarios advirtió en notas "las fotos te comen el aura".

¿Qué aura guarda un depósito que supo ser y sólo yace?

Muy rebuscado. Las cosas por su nombre. A escrachar a quienes nos cobijan (no confundir familiares o mantenedores) Hacelo a lo Milei. 

Not yet.

Mayormente "lo mío vivido", parafraseando a este blog, no es ficción. 

Como la foto que, aún pintoresca, refleja un momento. Este, el de ahora. 

No aquel de cosechar ejemplares por miles. Este. El del momento digital. 

El de redactores part-full o viceversa.

En este caso, sólo me atribuí como un aficionado más a un click

Fotografía: Procedimiento o técnica que permite obtener imágenes fijas de la realidad mediante la acción de la luz sobre una superficie sensible o sobre un sensor.



   

  



lunes, noviembre 25, 2024

Aulas de português têm ...


¿magia? ¿mistério? 
Bueno, un poco de todo eso.
Días atrás, a modo de agradecimiento y en la previa de la MAE - Muestra Anual de Educación, clásico berazateguense donde talleres de distintas disciplina exponen sus obras o un recorte de sus momentos-, quise retribuir el valor de la enseñanza a esta experiencia en su segundo año.
Aquí imágenes y texto acompañando....

Estudar português: uma aventura cotidiana

 

¿Se pueden recorrer otros mundos aun permaneciendo en Berazategui?

Por supuesto que sí.

La chance la da el lenguaje y fundamentalmente las ganas de conocer nuevos idiomas a partir de un taller semanal.

 

Como una suerte de GPS y lazarillo, Silvana Cristaudo oficia de guía para quienes, por caso, elegimos involucrarnos con el portugués como lengua a descubrir.

 


Lejos de poner el acento en las diferencias lógicas del idioma que cobijó a Pelé, Sonia Braga, Saramago, Caetano, Ayrton Senna o a los más cercanos Neymar, Xuxa o Cristiano Ronaldo, las clases se centran en conocimientos básicos y necesarios para un útil intercambio cotidiano.

 

Así, de modo democrático y desde el primer día, nos llegan herramientas que invitan a ejercitar un diálogo a prueba de intentos relegando los prejuicios de no saber, para zambullirnos de lleno a la magia de la lengua del país vecino.

 

El texto ‘Bem vindo’ ayuda a saber más acerca de temas prácticos como saludar, conocer comidas, lugares de la casa o simplemente el modo de moverse en la calle; manual elemental para quien se imagine (¿por qué no alguna vez?) a recorrer las calles de San Pablo, soñarse frente a las playas de Ipanema, soñando hacer turismo de Aventura en el Matto Grosso o simplemente contemplar ‘Avenida Brasil’ en su habla original.

 

En este sentido, las clases van más allá del útil abecedario, el modo en que se nombran los números o los días de la semana y apela a descifrar inquietudes personales que superan las reglas ortográficas o la rigidez de la pronunciación.


 

En nuestro caso, la profesora del Grupo II, es timonel del aula asignada en El Patio. Allí durante dos años, la puesta en común nos permitió no sólo comprender las diferencias fonéticas o la complejidad de la conjugación de subjuntivos, sino también expresarnos sobre proyectos, sentimientos y aspectos más terrenales.

 

En ese ida y vuelta supimos cómo llamar a los colores, los lugares de la casa, multiplicamos los verbos para describir nuestras actividades diarias pero también nos animamos a imaginar una entrevista laboral, seleccionar un destino soñado y hasta entender las preocupaciones de los compañeros en su pelea diaria. Siempre en portugués, claro.

 


En tiempos complejos regidos mayormente por la dinámica de la vida digital,  apresurados por las urgencias económicas y con las dificultades de escucharnos y compartir momentos, es digno de celebrar un espacio de aprendizaje e intercambio real como el taller de portugués.

 

De la mano de Silvana, el luso se nos volvió un idioma interesante, práctico y musical, pero también un recurso primario para interactuar con los demás.       

 


Aprender entonces, no tiene que ver ni con la edad, el género, la clase social o los momentos, sólo con aventurarse y adentrarse en nuevos sueños.

Tan alcance de la mano, como el hecho de proponérnoslo.


lunes, noviembre 18, 2024

Mi cementerio


Experta en hacer lo suyo, la nostalgia se cuela en el lunes extinguible y el retorno a vigilar las falsas estadísticas del blog, tras recuperar recuerdo por amigo de secundario fallecido justo en este día, me transporta a revisar los post más leídos.



Es entonces cuando descubro no a uno, si no varios seres queridos cercanos o no tanto, que hace un buen rato dejaron de estar entre nosotros.


"Mi cementerio". Eso es lo que resurge vagamente en esto de sacar rápidas o automáticas conclusiones. Después rectifico y sale otra palabra que no es precisamente la buscada similar a habitáculo o algo por el estilo. Rara morada la de acá.


Evito releer con atención cada uno de esos relatos movidos probablemente por la impotencia, la emoción o por qué no la gratitud de los afectos que supe abrazar antes de que sus 21 gramos transmutasen en polvo.


Honestamente y para no darle un carácter exclusivo de mi hábito necrológico en este espacio, admito que la muerte también me sienta bien cuando debo despedir a celebridades desde el diario. 

Como si me hubiese transformado en guía magister señalando la inminente y última morada. O el mejor empleado de servicios fúnebres. Ese que cierra la puerta de la limusina acompañando con gesto adusto el peso del desconsuelo del cliente.



Che que los nuestros (vivos o muertos) merecen otro trato. Que la parca no es exclusividad de nadie y se replica y reproduce en cualquier parte y durante todo el tiempo.


Mi cementerio habitáculo guarda momentos, ensoñaciones, recuperos, de todo menos olores porque el correr de las horas se encarga de fusionarlos o fundirlos con el tufo inevitable del presente.


Igual no puedo evitar pensar en ese momento de quien debe deshacerse del vestuario u objetos de los suyos. Loco pensar que hay perfumes que refieren sólo a personas específicas. Por el momento el olfato continúa como sentido indemne del algoritmo. Hasta que este post envejezca en cualquier momento.


He aquí mi habitáculo, abocado a los muertos sagrados y, por el momento, censurado respecto del deseo de matar. O cuanto menos reprimir las ganas de que la parca haga lo suyo. Esperando la extinción de los ingratos y brutos que laburan de presidir este bendito/maldito país de suerte reciclable.


Mis preciados despedidos no merecen esta tanda ideológica alterando su fugaz memoria. 

Evito por segunda vez nombrarlos, porque la voluntad divina se vuelve notoriamente injusta al recoger a los buenos de los nuestros.



Hay tres aspectos que obligan a repensar a quien nos deja: si vale un llanto propio, qué nos dejan, qué se llevan de nosotros.


Pero las lágrimas suelen ser arbitrarias: se llora por bronca, por impacto o golpe bajo. En el cine, por ejemplo, me pasó con 'la vida es bella', tras conmoverme salí de la sala con la firme convicción de que la película era una mierda. Benigni no tuvo la culpa.


Y acá voy tirando el último terrón, sin flores, sin oraciones.



"Qué nos dejan" es otro rollo que va más allá de alguna herencia. Cuidado, a no entusiasmarse con lo recibido. Puede transformarse en regalo envenenado.


¿Qué se llevan de nosotros? 

Un cacho de alma, esas conversaciones únicas e irrepetibles, las carcajadas. ¿Vieron que las risas de hoy o son mero rictus tipo toc o extremadamente sobreactuadas? 

Bueno aquellas sonrisas compartibles que se van, suelen quedar adormecidas en la saranda de la memoria. De vez en cuando resurgen como muecas. Difícil compartirla con otros, aún propios, la mayoría de las veces no hay forma de traducirla.

Bueno, demasiado lunes para necro o viceversa y que en definitiva esto es un divague arbitrario sobre gente que ya no está y ni idea tiene de paraísos digitales ahora a merced de un presidente antropófago.


Mejor para ellos.



jueves, noviembre 14, 2024

‘La Vanguardia’ dejará de publicar en X, convertida en una red de desinformación

 


Redes sociales

La antigua Twitter hace virales los mensajes que atentan contra los derechos humanos

 Un gesto necesario ante X, el artículo de Jordi Juan, director de 'La Vanguardia'

Redacción

Barcelona

14/11/2024 06:00 Actualizado a 14/11/2024 10:29

La Vanguardia dejará de publicar tuits de forma directa en la red social X y dejará en suspenso sus cuentas. Esta red social se ha convertido en una plataforma en la que encuentran una caja de resonancia, las teorías de la conspiración y la desinformación, unas ideas que tienen en lo que una vez fue Twitter una vía para multiplicar su alcance que no tendrían si tuviera una moderación efectiva y razonable.

Este diario constata que las ideas que atentan contra los derechos humanos, como el odio a las minorías étnicas, la misoginia y el racismo forman parte de los contenidos virales que se distribuyen en X, donde adquieren viralidad y captan más tiempo de los usuarios en ella para ganar más dinero de las inserciones publicitarias.

NEW YORK, NEW YORK - OCTOBER 27: Tesla and X CEO Elon Musk raises his hands as he takes the stage during a campaign rally for Republican presidential nominee, former U.S. President Donald Trump, at Madison Square Garden on October 27, 2024 in New York City. Trump closed out his weekend of campaigning in New York City with a guest list of speakers that includes his running mate Republican Vice Presidential nominee, U.S. Sen. J.D. Vance (R-OH), Tesla CEO Elon Musk, UFC CEO Dana White, and House Speaker Mike Johnson, among others, nine days before Election Day. Michael M. Santiago/Getty Images/AFP (Photo by Michael M. Santiago / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP)

Elon Musk en un reciente mitin de Donald Trump en el Madison Square Garden de Nueva York

 MICHAEL M. SANTIAGO / AFP

La masiva presencia de bots de origen desconocido distorsiona el debate en la plataforma de Musk

Junto a la decisión de dejar de publicar en X, este diario mantendrá el seguimiento de personas, entidades, empresas e instituciones en esta red para poder informar puntualmente a sus lectores de mensajes y debates que puedan producirse en ella.

La decisión coincide con el anuncio de Donald Trump de nombrar a Elon Musk y un ex candidato republicano, Vivek Ramaswamy, para dirigir un nuevo Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE), con el objetivo de hacer recortes en la administración estadounidense.

La adquisición de X en octubre del 2022 supuso el despido masivo de trabajadores que incluyó la supresión del departamento que moderaba los contenidos. Los grandes anunciantes que tenía la plataforma la abandonaron hace ya tiempo. En mayo del 2023, X abandonó un programa con la UE para la lucha contra la desinformación.

La presencia creciente de bots en X se multiplica hasta el ridículo en cuestiones de gravedad como la tragedia de la gota fría en Valencia, en la que innumerables bots de origen indio han participado en las conversaciones públicas para ganar circulación en esta red social.

Yuval Noah Harari: "Más del 20% del contenido de X lo determinan bots que deciden qué voces silenciar y amplificar”

El historiador y filósofo Yuval Noah Harari explicaba recientemente en una entrevista en La Vanguardia que más del 20% del contenido de X lo determinan bots, algoritmos que “deciden qué voces silenciar y amplificar”. “Empezamos a ver, y se hará cada vez más grande, cómo las decisiones de los algoritmos moldean política, cultura y sociedad”, añadía el intelectual.

X se ha llenado desde la llegada de Elon Musk de contenido tóxico y desorientador de una forma cada vez más abrumadora. En junio pasado, la red actualizó sus términos de uso de forma que se pueda publicar pornografía siempre que se trate de un comportamiento consensuado entre adultos.

Al margen de la decisión editorial de La Vanguardia de dejar de utilizar X de una forma activa, sus periodistas serán libres de seguir usando esta plataforma dentro de las normas de contención y respeto de los derechos humanos y de la libertad de expresión que reclama que se mantengan en todos los ámbitos, incluidas las redes sociales.

La decisión de La Vanguardia coincide con la que ayer hizo pública el diario inglés The Guardian, que anunció a sus lectores que dejaría de publicar en X, en la que tiene más de 80 cuentas y alrededor de 27 millones de seguidores. El rotativo londinense explicó que considera que los beneficios de estar en esta plataforma, la antigua Twitter, son superados por los efectos negativos y señaló el “contenido a menudo perturbador” que publica.

Una serie de abandonos

El comunicado que ayer hizo The Guardian recordó también otros abandonos voluntarios de la red social de Elon Musk (“autoproclamado ‘absolutista de la libertad de expresión’”), como la National Public Radio (NPR), una organización de medios de comunicación estadounidense sin ánimo de lucro, y la prestigiosa televisión pública de Estados Unidos PBS, que abandonaron X después de que la red social las etiquetó como “medios de comunicación afiliado al Estado”.
En fechas recientes también han abandonado su presencia en X el Festival de Cine de Berlín, y otras instituciones como el cuerpo de policía del norte de Gales, que señaló que estar en esta red social no era coherente con sus valores éticos, y el hospital ortopédico Royal National, que argumentó un “aumento del volumen de discursos de odio y comentarios abusivos” para dejar esta plataforma.

Los responsables del diario indicaron que llevan mucho tiempo preocupados porque en X se incluyen de forma marcada las teorías conspirativas y de desprecio por los derechos humanos. El factor que ha acabado por decantar la decisión de abandonar la red social ha sido la cobertura de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. “Esto es algo que hemos estado considerando durante un tiempo, dado el contenido a menudo inquietante que se promueve o se encuentra en la plataforma, incluidas las teorías de conspiración de extrema derecha y el racismo”, afirmó. “X es una plataforma mediática tóxica”, aseguró, y “su propietario, Elon Musk, ha sido capaz de utilizar su influencia para dar forma al discurso político”.