jueves, noviembre 28, 2024

Fotografía o reflejo suspendido


  En esto de hacer una pausa y estirar las piernas en el diario, recorro la planta, o mejor dicho su esquelética estructura. 

La mugre es un atractivo en sí mismo: Techos a nada de venirse abajo, palomas en dos de sus formas, las vivas apuntan inclementes al piso ajenas al mito de la buena suerte. 

Sé que soy un destinatario fácil. No sólo eso, ubico el celular de modo perpendicular a una de ellas y el noble regalo salpica en milésimas de segundo al costado de mi prótesis comunicacional.

Sonrío, la ley de Murphy puede prescindir de mi ingenio. Por suerte de las tres canillas del baño, una funciona, tras limpiar y secar con resto de diarios viejos celebro mi boba coincidencia entre la no foto y el efímero excremento colombófilo.

Contemplo a las otras quietas, esas que cuelgan cual murciélagos, tras desgraciadas muertes que seguramente nadie lamentó. Se las ve atadas a sendas redes que no lograron esquivar. 

Estimo, por lo que queda de las pobres, que su final les llegó despacio. Muy. Días, probablemente. ¿Dos, cuatro? ¿Alguien se habrá apiadado de ellas? Supongo que no. 

 

Pero mi idea no era escribir acerca de pájaros ni de piedades, si no sobre esa foto que demoré en compartir. 

Nada tiene que ver con una selfie torpe o típico indicio de "estuve aquí". Justamente en este lugar que dista notoriamente de parecerse a la colosal pirámide de Keops o retratar una abrazadora y persistente nieve neoyorkina.

La fábrica, llamémosla así, es un tugurio de conurbano, una sombra de lo que supo ser, cuyo degradé similar al sepia no fue generado por filtro o pincel, si no por un silencioso y tenaz deterioro, lógicamente producto del abandono.

Atentos, hay tachos de colores que servirán para la edición de los periódicos de la jornada, quizás de la semana. Pero ni el rojo, ni el amarillo sobresalen al halo grisáceo dominante.

 


Con mucha voluntad pueden apreciar un tetris en el techo. Un rayo de sol, allá en el fondo, en composé con la resolana, cuyo reflejo transforma de refilón  las ventanas rotas en falsos vitrales. 

Y el azul mediado por un cuadrado cercano amarillo, semejante al logo viejo del correo argentino o cualquier improvisado museo bostero.

¿Qué es todo este delirio? preguntarán con razón. 

Excusas, amigos, excusas para suponer por que la belleza de lo derruido evitó ser compartida en el acto, cual REM, como se conoce a esos gestos reflejos o vertiginosos movimientos oculares del sueño que no se pueden controlar y que suceden a velocidades increíbles.

A decir verdad, sí compartí una foto que estuvo a nada de borrarse. 

Justo decir que hay cara de cansancio, de años, una mueca cuyo plano acentúa la concepción de la vejez, la remera negra. 

En fin, un perfil tan gris como el fondo que me sostiene.



La dejo en instagram. Insisto, esta no es la imagen que me interpela, si no la anterior.


Y uno sabe por qué. 

El contexto (podemos llamarlo de abandono) habla de condiciones: laborales, temporales, cotidianeidad que lleva años y en la que no resigno la ilusión de que será eventual, que el ámbito puede mejorar, transformarse.

¿Qué es una imagen de una planta venida abajo si no otra cosa que un territorio que está a nada de extinguirse?

¿Cómo se hace para no mantener un espacio que oscila entre la hostilidad y la indiferencia de sus dueños ante quienes peleamos por soñarlo rentable y mejor?

¿Qué es una foto si no un vehículo que da a luz aquello que está presente pero no se ve?

Bueno, no ven los otros. Unos lo vemos todos los días. 

Lo vemos del mismo modo cuando nos cruzamos vecinos dormitando entre frazadas deshilachadas y bultos varios, en cada esquina porteña. 

Igual que pibes de camisetas viejas, ganándole carreras al último vagón del Roca, rumbo a vaya uno a saber dónde.

Lo consideramos como ofertas de alfajores "en esta excelente oportunidad", de tres por mil, tanto a la ida como a la vuelta. 

Parce que "la más maravillosa música" trocó en letanía mecánica e igual que el susurro del viento, si estamos abiertos a la percepción nos dice lo que nos falta: 

1) a nosotros algo dulce para cerrar la jornada

2) a la veintena de ambulantes, tres lucas para volverse a su casa.

Bueno, todo eso que está a la vista, generalmente no se percibe.

Y yo antes de publicar nada, puse reparos (¿autocensura inútil?) pensando en los Ceos cercanos contemplando el hábitat que les pertenece pero no modifican. 

"Instalaciones", nos enseñaron en la escuela y la sola mención, nos trasladaba a esos estantes de fierro y chapa que en nada se parecían a la definición con el balance y la Economía.

 

En este caso, este post podría oficiar de epígrafe para una bendita foto. 

Noticiar con una mera descripción. Diecinueve caracteres alcanzan. Y dicen. Mucho.

No me voy a hacer el Barthes, ni la Sontag, ni jugar a las resistencias de Charly, quien más de una vez en concordancia con los originarios advirtió en notas "las fotos te comen el aura".

¿Qué aura guarda un depósito que supo ser y sólo yace?

Muy rebuscado. Las cosas por su nombre. A escrachar a quienes nos cobijan (no confundir familiares o mantenedores) Hacelo a lo Milei. 

Not yet.

Mayormente "lo mío vivido", parafraseando a este blog, no es ficción. 

Como la foto que, aún pintoresca, refleja un momento. Este, el de ahora. 

No aquel de cosechar ejemplares por miles. Este. El del momento digital. 

El de redactores part-full o viceversa.

En este caso, sólo me atribuí como un aficionado más a un click

Fotografía: Procedimiento o técnica que permite obtener imágenes fijas de la realidad mediante la acción de la luz sobre una superficie sensible o sobre un sensor.



   

  



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Reflexionemos juntos, no te inhibas y peleate conmigo y con la escritura.