¿Se
pueden recorrer otros mundos aun permaneciendo en Berazategui?
Por
supuesto que sí.
La
chance la da el lenguaje y fundamentalmente las ganas de conocer nuevos idiomas
a partir de un taller semanal.
Como
una suerte de GPS y lazarillo, Silvana Cristaudo oficia de guía para quienes,
por caso, elegimos involucrarnos con el portugués como lengua a descubrir.
Lejos
de poner el acento en las diferencias lógicas del idioma que cobijó a Pelé,
Sonia Braga, Saramago, Caetano, Ayrton Senna o a los más cercanos Neymar, Xuxa
o Cristiano Ronaldo, las clases se centran en conocimientos básicos y
necesarios para un útil intercambio cotidiano.
Así,
de modo democrático y desde el primer día, nos llegan herramientas que invitan
a ejercitar un diálogo a prueba de intentos relegando los prejuicios de no
saber, para zambullirnos de lleno a la magia de la lengua del país vecino.
El
texto ‘Bem vindo’ ayuda a saber más acerca de temas prácticos como saludar,
conocer comidas, lugares de la casa o simplemente el modo de moverse en la
calle; manual elemental para quien se imagine (¿por qué no alguna vez?) a
recorrer las calles de San Pablo, soñarse frente a las playas de Ipanema, soñando
hacer turismo de Aventura en el Matto Grosso o simplemente contemplar ‘Avenida
Brasil’ en su habla original.
En
este sentido, las clases van más allá del útil abecedario, el modo en que se
nombran los números o los días de la semana y apela a descifrar inquietudes
personales que superan las reglas ortográficas o la rigidez de la
pronunciación.
En
nuestro caso, la profesora del Grupo II, es timonel del aula asignada en El
Patio. Allí durante dos años, la puesta en común nos permitió no sólo comprender
las diferencias fonéticas o la complejidad de la conjugación de subjuntivos,
sino también expresarnos sobre proyectos, sentimientos y aspectos más
terrenales.
En
ese ida y vuelta supimos cómo llamar a los colores, los lugares de la casa,
multiplicamos los verbos para describir nuestras actividades diarias pero
también nos animamos a imaginar una entrevista laboral, seleccionar un destino
soñado y hasta entender las preocupaciones de los compañeros en su pelea
diaria. Siempre en portugués, claro.
En
tiempos complejos regidos mayormente por la dinámica de la vida digital, apresurados por las urgencias económicas y con
las dificultades de escucharnos y compartir momentos, es digno de celebrar un
espacio de aprendizaje e intercambio real como el taller de portugués.
De
la mano de Silvana, el luso se nos volvió un idioma interesante, práctico y
musical, pero también un recurso primario para interactuar con los demás.
Aprender
entonces, no tiene que ver ni con la edad, el género, la clase social o los momentos,
sólo con aventurarse y adentrarse en nuevos sueños.
Tan
alcance de la mano, como el hecho de proponérnoslo.
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