domingo, octubre 13, 2024

Siete locos libertarios





"...y entonces me acordé que los únicos que podían devolverle a la humanidad el paraíso perdido eran los dioses de carne y hueso: Rockefeller, Morgan, Ford... y concebí un proyecto que puede aparecer fantástico a una mente mediocre... Vi que el callejón sin salida de la realidad social tenía una única salida... y era volver para atrás" (Discurso del astrólogo. Los Siete Locos).

 

 

 

Desde hace semanas vengo rumiando un paralelismo mental que se resiste a quedar encajonado o dormido, acerca del gobierno que nos toca.

 

Son tan arltianos todos sus integrantes, primero con el pretencioso y falso Erdosain, Silvio o Balder de Javier. Pero también por qué no pensar que las pieles de Karina, Sandrita, Mondino, Espert y los Caputo cobijan con increíble similitud las fisonomías y mentalidad del Rengo, la bizca, la coja, el astrólogo, Barsut o el Rufián Melancólico.

 


Afortunadamente, quien ya había hecho un trabajo profundo a propósito del pensamiento de Robertito es Oscar Masotta que, de modo indirecto y más allá de mi devoción por Lacan, resurgió en estos días, a partir de sesiones terapéuticas, lecturas accidentales e incidentales acerca de la amante del analista, abordada por María Gainza en La luz Negra.

 

Al psicoanalista, crítico de arte y semiólogo, de la revista Contorno y textos como Pop Art o Happening, me lo crucé en un texto breve que supe leer distraídamente, a propósito de Arlt vía PDF (formato poco  amable para profundizar), estaría cerrando el círculo de mi maldita presunción sobre la filosofía libertaria y sus secuaces.

 

 En 'Sexo y traición en Roberto Arlt', don Oscar dice cosas de este tipo.

 


"Rápido, un crimen que me caigo al vacío", emulando una frase de Rimbaud. Díganme si no es nuestro leoncito, buscando instalar agenda diaria que ayude a saciar esa sed que tanto le preocupa por no generar nada.

 

También quien desmenuza al mentor de las Aguafuertes, para ubicarlo en un lugar más antipático para quienes somos devotos, destaca:

 

"Si hace luchar a sus personajes no es para hacerlos buscar una salida hacia la victoria sino para que se logren en la frustración, para que sucumban en la rabia de la singularidad".

 

Y esto (prestar atención acerca de gobernantes y su devota feligresía) "Si hay un tema rector en esta obra, hacia donde confluye lo más específicamente arltiano, entiendo que es el de la imposibilidad de contacto entre humillado y humillado. Arlt- que conocía a Dostoievski- sabía muy bien que nada hay más estrecho que la relación que une al verdugo a la víctima, el humillado al que humilla.

 

Pero sabía también que esa relación, en cambio, es improbable entre humillados. El que humilla se conecta inmediatamente al que es humillado y viceversa, pero todo humillado repele a quienes se humillan. La relación, en Arlt, de los humillados entre ellos se inicia extrayendo su existencia de un aliento precario...

 


 (Y no perder de vista lo siguiente...) Es un contacto sigiloso y aberrante que se produce en una atmósfera donde cada humillado se siente como desencajado frente al otro, como alienado verticalmente en el otro (Lemoine, gordo Dan, la diputada recitando en modo IA), donde cada uno vive en el otro a un ser peligrosamente semejante a sí mismo, un clima de repulsión y de desconfianza, de resquemores.

 


Y realza Masotta: "Hasta que finalmente esta atmósfera incierta se resquebraja por la aparición del sentimiento adecuado a toda comunidad entre humillados: EL ODIO" (tomá mate)

 

Por supuesto que 'Sexo y traición...' es más jugoso que cualquier extracto que pueda hacer desde acá. Pero las acciones humillantes de quienes protagonizan las novelas de Arlt contra sus pares, casi parecen funcionar de modo aleccionador, en pos de los "valores de la clase media", algo que también distingue Masotta.

 

Es más fácil prender fuego a un linyera que hacer lo propio con el local de un patrón.

 

O más práctico traicionar a uno propio que atreverse a resignar las migajas que "se le escapen a la casta". Todo lo que viene de arriba siempre ayuda, podría decirse aunque las fuerzas del cielo no terminen de ajustarse a ninguna religión en particular. (Mucho menos en consonancia con los cultos históricos que se practican desde este lado del hemisferio)

 

Entonces ahí está el hombre común. El hombre masa de Ortega y Gasset que tanto desprecia el expibe motosierra, cumpliendo con el mandato amilitante pero autómata de señalar a docentes, enfermeras o empleados públicos, como deficitarios, reclamándoles tolerancia, disponibilidad y eficacia.

 


Como contrapartida así estamos en esta recesión, socavando nuestros valores y principios para "agradecer la oportunidad" de ser parte de ingresos en negro, de dudosa procedencia e incierta continuidad, con tal de que la suerte del sistema nos dé una chance en el aquí y ahora.

 

Seamos todos Rapi o Uber y que lo demás no importa nada. Capitalismo 7, integridad 0.






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