jueves, septiembre 05, 2024

En cuanto a la ausencia


 El remanido análisis freudiano del "cucú...acá estaaa" que refiere a la distancia madre-hijo, presencia-ausencia como antesala de un otro que nos registra (o no), bueno... todo este continente delirante me sirve para pensar en lo importante de una mirada (la propia) en busca del sujeto (u objeto) a observar, a pesar de que parezca ausente.

En sintonía con post anterior respecto de aquello que se perdió quizás significó hacer más foco en cuanto extravío y no tanto en el valor o la importancia por la búsqueda. 


Se busca lo perdido pero también se va hacia la búsqueda de lo no sabido. De aquello que relega lo familiar (una costumbre, una tara, los lugares comunes de siempre, lo habitual, lo perenne) para cambiar respecto de lo impensado, de un devenir. 

De lo desconocido.

Quizás en la conciencia de una ausencia, de aquello que falta o que ignoramos cómo podría ser, exista mucho del verdadero espíritu aventurero. 

Repasando una entrevista a Murakami, hablando de los muros y sus pozos habituales en sus relatos -también bosques o destinos temerarios-, el tipo señala lo valioso de animarse a atravesarlos, pero también el desafío para saber volver de esos lugares atractivos aunque casi siempre inhóspitos.



Y acaso la/las ausencias, esas entidades incorpóreas hasta que alguno se atreva a darles entidad, un nombre o un sentido, oficien de pulsión, de intuición y reflejo, pero también del necesario "salirse de lo propio". 

Es curioso, para quien cantó hasta el hartazgo "De nada sirve, escaparse de uno mismo", ahora encuentro un efecto oximorónico en el cierre de la canción de Moris. Cuando tira la sucesión de "tenés que salir, tenes sufrir, tenés que amar...etc.", todas cuestiones que, paradójicamente, son necesarias para tomar distancia de la mismidad, de lo propio que te encierra. 



¿En qué quedamos?

Y yo insisto con la ausencia. No la vaga del padre que se fue, ni la que remite a la díada materna, si no la que da alguna noción de movimiento. Algo ausente implica que pudo haber estado antes pero partió. Pensar en sus razones ya abriga un apetito literario o sherlockholmesco.

En este sentido son muy ricas y jugosas las variantes que propone la RAE para describirla:

Ausencia: Acción y efecto de ausentarse o de estar ausente.

1. Sin.: alejamiento, separación, desaparición, marcha, partida, abandono, viaje, huida, retirada, emigración, expatriación, destierro.

Ant.: presencia.

2. f. Tiempo en que alguien está ausente.

3. f. Falta o privación de algo.

Sin.: falta, carencia, privación, vacío, insuficiencia, escasez, omisión, defecto, laguna, inexistencia.

Ant.:existencia.

4. f. Der. Condición legal de la persona cuyo paradero se ignora.

5. f. Med. Supresión brusca, aunque pasajera, de la conciencia.

6. f. Psicol. Distracción del ánimo respecto de la situación o acción en que se encuentra el sujeto.

buenas ausencias

1. f. pl. Encomio que se hace de alguien ausente.

2. f. pl. Buenas noticias que se dan de alguien ausente.

malas ausencias

1. f. pl. Vituperio que se hace de alguien ausente.

2. f. pl. Malas noticias que se dan de alguien ausente.

brillar alguien o algo por su ausencia

1. loc. verb. No estar presente en el lugar u ocasión en que era de esperar.



Me quedo con esta última frase en relación al "era de esperar" que va de Godot a nuestro clásico teatral 'La China'. Quizás la trampa de todos sus sinónimos negativos y su recurrente enunciación, hagan perder de vista sus otros atractivos sentidos.

Descreo de sus antónimos (presencia o existencia) Que algo no sea dicho, no implica su latencia. 

El caso emblemático y bien nuestro se refleja en la palabra "desaparecidos". Curioso que haya quedado fijado como un plural. ¿No?. El término de moda "Muchachos" y el vilipendiado "peronismo" son colectivos. Pero esto no da para pensarlo por acá. ¿O si?


Entonces la sola mención del término ausente ¿no repercute como algo existente? ¿No sería eso tan ridículo como suponer que el vacío es real? Y por ahí sí. 

Vivimos conectados y entre ruidos (otro término morisiano) para eludir o mejor dicho evitar que algún hueco o alguna nada emerja en nuestras vidas. Tememos que la ausencia venga a sacarnos del eje y de la comodidad de las peleas habituales propias en nuestro mundo sabido. Igual que los marcianos de Wells, el cuco o el comunismo.


Como el aburrimiento, el silencio, lo incierto, como la pausa, la ausencia resurge cual alternativa del absoluto llamado conectividad que impone su reglas de juego. Casi determinándonos. 

"No quiero lo que pasa, pero no queda otra" es la frase más mediática. "Es esto o la nada", oficia una antinomia cual debate massista. "Así como somos no va, habia que hacer algo distinto", justifican los demoledores mileistas, barriendo con su bohonomia atrás y adelante, ayer y mañana. Certeros aunque inexactos como buenos terraplanistas, globalistas y altaneros.

Mentores de un nuevo lenguaje donde no hay cabida para los ausentes. No existe lo que no está a la vista. Sería una premisa para sostenerlos.

Y podríamos pelar decenas de lugares comunes y propios para mantener un status quo que no nos haga perder el eje. O cuanto menos que no nos saque de nuestra existencia cotidiana y digital.



O si no, cómo Alicia (o El Quijote)...a abandonar lo sabido y perseguir lo indescifrable.  

En todo caso, si la ausencia es espera, habrá que evitar la confortablmente adormecida pausa de la rutina conocida. 

Prefiero pensar que la ausencia implica movimiento. Transitar sutil, pero certero. 

Cual aventureros. Así, en plural. 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Reflexionemos juntos, no te inhibas y peleate conmigo y con la escritura.