domingo, septiembre 03, 2023

Sumergido en modo termo


    Buenas noches, doy descanso a mis pretensiones aspiracionales pseudoeducativas y me embalo en esta pausa al sentimiento dominante que gobierna mis emociones desde hace algunas semanas.


Yo no sé, si será la irrefrenable inflación, el bajón Milei, la meseta laboral o los cada vez más esporádicos reencuentros con los afectos. Aunque probablemente también tengan que ver los escuetos diálogos familiares, las rabias por los síntomas de insalubridad y sus consecuentes remedios costosos y prepagánicos. 


En síntesis y en definitiva, sólo la pasión roja me saca de eje para transportarme en un peligroso pero necesario mundo paralelo.



A esto hay que agregar la gracia de haber encontrado aliados en tal sentido como son los coequipers de 'Será siempre Independiente', programa radial que oficia de ilusión adolescente a la búsqueda de retomar un aire ganador cada vez más escaso.


Y sí, acá ando, sumergido en modo termo. Miro la tabla, reconvierto al Apache en un símil héroe sanmartiniano, me escribo con colegas más cultos y enteros que adoran al Rojo, pero a quienes se los lee más sensatos al momento de reflexionar. Sigo programas partidarios, ya no me peleó tanto con los empleados de Víctor Blanco, ni otros exponentes de la contra (léase Larreta o Máximo), bastante tenemos con los "nuestros" (bah, yo a Grindetti y a Doman no los voté), los PRO dan la misma vergüenza que los camioneros. 


Pero hablemos de fútbol. Si se puede. Desandada la mochila del Ruso, volví a la cancha un domingo y lo vi ganador con el penal - placebo para enemigos mediáticos. 


Y  no hay caso, llevo semanas paseando el libro de la exótica Ottessa Moshfegh 'La muerte en sus manos' y no logro acabar la veintena de páginas que me faltan. Algo similar me ocurre con 'Un paseo por el bosque' de Bill Bryson (acá me faltarán unas 60, pero lo arranqué antes). Y en la lista de espera también conservo en la mesa de luz 'El funcionamiento general del mundo' de Sacheri y 'De algo hay que morir', del amigo Alejandro Seta. Lo bueno de amucharlos es que me obliga a alejar el celular del momento de reposo.



Tampoco la música alcanza para apoderarse de mi atención. A duras penas el descubrimiento semanal de Spotify me pasea como el 98 tres verde, para marearme con sus ofertas algorítmicas. Se ve que todavía no logra sacarme las fichas.


Series poco y nada. Parece que el idilio Better Call Saul, MadMen, Billions, no volverá jamás.


Incluso la mesa de Corrientes y Callao sigue en pausa. Es evidente que hay pánico por debatir el presente político. Comer arafue mata  ambición intelectual. Además de que a los pares generacionales, el trajín pre y pos pandemia, nos pasó facturas varias.


Entonces, sigo ¿cómo no ilusionarse con el irresponsable de Carlitos, cuando éste decide abandonar el bobón 'esto es boo' para emprender con nosotros la aventura de escapar del fondo y volver a coronarnos?


¿Cómo no aplaudir a Matías 'Pin9 (como lo llaman dentro del plantel al agraciado nasal)' Giménez Rojas con semejantes goles victoriosos? ¿Hay algo mejor que celebrar el regreso del sacrificado Fede Mancuello y ensalzar su figura cual antítesis del aburguesado Kunero? 



Y así está el debate por el mercado de pases, las llegadas y salidas, los interrogantes con el aspirante a crack de Arsenal que se calzó la del Bocha sin pedir permiso. O también la reacción desmesurada a la que nos invitan las flamantes vacaciones adelantadas por el presidente de Independiente para que ¿goce? de una merecida luna de miel, después de licenciarse de Lanús primero, del Rojo después por su sueño de gobernador. En la hipotética tarea de cometer barbaridades el mundo de Néstor se esmera por superar a un diminuto Doman. Esa es toda de los votantes amarillos que tenemos adentro.


Igual los enojos son motivacionales y no se ajustan a un solo frente político. Ya vimos a los bobotes de C5N con Brancatelli a la cabeza, burlarse de una nena que hizo pública su voluntad por usar los ahorros a favor de la colecta de Maratea que, mérito a los socios, nos despegó de lo más profundo de nuestro infierno financiero.


Bueno, está todo dicho. Modo termo, termo submarino, subterráneo. Termo para pelear, para alternar cábalas o abandonarlas. Termo para repensar canciones de hinchadas, termo para volver a laburar por el dial y pensar en "un algo más" que supere las reglas del  juego. Al mero orgullo rojo, que ayude a pensar, a entender esta voluntad no de volver a ser, si no de intentar ser mejor en este baile.


Catarsis de amargo, que le dicen.




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