domingo, enero 01, 2017

2017 para hacer la gran Steve Wonder

Resaca posbrindis. Vi un Palermo desolado, con edificios fantasmas, cual bomba neutrónica, a tono con el particular calor que por estos días nos abraza (lo único, que te abraza, hasta que intervenga el nuevo Estado)
Vi los problemas de siempre con hijos adolescentes.
Y volví a no entender un carajo de por qué es así (aunque me la expliquen)
Fui y volví a casa un par de veces, para escribir ahora desde el yugo.

Y de pronto, Steve Wonder y sus grandes éxitos cambió la dirección de mi percepción.
Y más allá del obligado chiste respecto de cuáles pueden ser las perspectivas que pueda darnos un músico ciego, entiendo que el tipo me arranca una sonrisa y que hay cosas que son oro aunque no reluzcan.
Suena Superstition  y esa otra de 'llamé para decirte que te quiero' y su dueto con McCartney y pienso en la versión del tema de Marley (Redemption Song) y ya arrancó otro año en mi bocho.

Me olvido de la boluda del peaje que me dice que voy a tener que esperar porque el semáforo estaba en rojo ("El 2016 ya se fue", le advierto) y, como acto reflejo, me acuerdo del disco doble del artista negro,
La vida secreta de las plantas y concluyo, sin dudar que este año hay que hacer la gran Steve Wonder.

Porque, díganme la verdad, ¿no es mejor aprender a mirar las cosas de otra manera?

Si te sumergís en ese disco, podés encontrarte en una selva rodeado de plantas que acaso ya no existan, insectos que no te atacan y pájaros que cantan hasta la caída de la tarde. Aclaro que habitualmente, por casa de madrugada, regatoneros e hijos dilectos de Callejeros, Maluma y Agapornis se encargan de arruinarme el sueño a todo volumen, aunque también algunos venteveos trinan a partir de las cinco, sólo para contarme que ellos también están vivos en este infierno y se la bancan.
Y el disco de Wonder también cuenta con chicos japoneses o de Taiwan haciendo coros; más otro tema que parece clásico con un órgano de iglesia y Send one your love y una flaca que parece maestra de escuela relatando un Once Upon a time a un pibe imaginario.
Con todo esto, mejor disfrutar esa posibilidad de vida. Y mientras el reloj en cuenta regresiva me dice que faltan dos minutos para entrar al diario, miro en mi Sarandí querido, a dos pibitas amacándose en la plaza un primero de enero. Y me cruzo con un colectivero de la línea 33 cumpliendo obediente con su recorrido por la calle Salta, también un primero.
Y, aunque resulte impensado, los basureros de Avellaneda están laburando un primero (uno lleva la de rasin, pero lo perdonamos)

Y pienso en la ceguera del odio que por imposición, durante el último año, nos quitó el habla, afectó nuestros oídos cuando, cual canto gregoriano comenzamos a escuchar las mismas quejas, las mismas carencias, los mismos lugares comunes de nuestra artificial vivencia.

Entonces, hago una pausa a nuestras dolorosas y recientes pérdidas (las físicas, pensando en los que se fueron, las simbólicas, en los proyectos sociales que pasaron a mejor vida) y, como me dijo una amiga y vecina artista, especulo con que en 2017 "habrá que dedicarse a otra cosa", acaso porque las salidas colectivas ya no son seguras o no están permitidas.
Y mientras escribo, me enorgullezco con la frase que tiró mi vieja "si pudiera volver a vivir me gustaría trabajar para tener un comedor comunitario" (ejem, madre e tigre, ja) y entonces entiendo que no está tan mal arrancar así, que no todo es ir por la plata fácil, por un status. Tampoco pasa por imponer caprichosamente nuestra voluntad, aunque admito que me cuesta bastante aprender a escuchar los discursos narcisistas de los demás.
Acaso eso de la falta de visión ("como un ciego frente al mar", parafraseando al flaco), no represente no ver, si no más bien sentir lo que sucede de forma diferente. La vida Secreta de las Plantas guarda historias, belleza y hasta contradicciones, del mismo modo que amacarse con 36 grados en una plaza, sobreponerse a la resaca mientras manejás un bondi, ni que hablar juntar los desechos de una ciudad que llenó sus estómagos e hígados con el único propósito de expulsar lo más lejos posible la malaria que el 2016 nos dejó.
Y recupero la letra de La Vida Secreta de Las Plantas y, como la intuición ratifica que nada es azaroso, ni este rato para escribir, ni la mina que me bardeó en el peaje, ni las fiestas,  reconozco en cada estrofa el mensaje de este día que elegí hacer la gran Wonder. A plegarse si les interesa. A dejar de mirar como siempre.




La vida secreta de las plantas

No puedo concebir el significado de todo
Comienza dentro de unas diminutas semillas
Y lo que nosotros pensamos insignificante
proporciona el más puro aire que respiramos

Pero quien soy yo para dudar o preguntar de la verdad del ser?
Por estos aunque pequeños descubrimientos
encontramos dentro la vida secreta de las plantas

Especies más pequeñas que lo que el ojo puede ver
O más grande que la mayoría de las cosas vivientes
Y con todo disponemos de eso sin consentimiento
Ya sea como refugio, alimento, o vestimenta

Pero quien soy yo para dudar o preguntar de la verdad del ser?
Por estos aunque pequeños descubrimientos
encontramos dentro la vida secreta de las plantas
http://www.coveralia.com/letras-traducidas/the-secret-life-of-plants-stevie-wonder.php

Pero pronto muchos los dan a cambio
Un pisotón, en pedazos, ahogados o quemados
Como si no fueran nada
Pero si te preguntas donde estarías
Sin ellos tu descubrirás que no serías nada

Y algunos creen que las antenas hacen brotar sus hojas
Eso cruza más allá de nuestra galaxia
Han sido, son y probablemente serán
Quien es la mediocridad?

Pero quien soy yo para dudar o preguntar de la verdad del ser?
Por estos aunque pequeños descubrimientos
encontramos dentro la vida secreta de las plantas
Por estos aunque pequeños descubrimientos
encontramos dentro la vida secreta de las plantas.

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