
Sin ser militante, celebré la creación de un frente peronista que se hiciera a contracara del patoterismo herminista o sindicalista, aquel de tranzas, de discurso de figuritas y letanías huecas. Cafiero con ese verde renovador que nada tiene que ver con la caquita de Massa de hoy, emergía como otro exponente nacional, que matizaba el sentido social demócrata argentino, capturado por el dueño de la vereda de enfrente, noble, pero con dobleces antipáticas como su teoría de los dos demonios o el segregacionismo sutil "a nuestros grasitas", como sabiamente utilizaba a modo de elogio para la pueblada, el líder peronista de pelo engominado a lo Goodfellas.
Inevitablemente no faltarán los leales que hagan el chiste del piano que le robó al Pocho, cosa que para mí vuelve a Cafiero más simpático. Nunca acepté la devoción hacia el general por más que me sienta más cerca del peronismo. A Juan Domingo, lo de los imberbes y la plaza, no se lo perdono, como tantas otras cosas.
Por eso me quedo antes con Cafiero que con el patilludo que terminó de hacer pelota nuestro país. Ese falso caudillo que también se produjo con las reglas del Billiken, hasta que los lentes de contacto celestes se le subieron a la cabeza.

.jpg)
Por eso uno recordará a Cafiero con cariño, las noches de debate al infinito, soñando con un país mejor, pero también con un periodismo más genuino. Las trasnoches con Tichi, Jorge y Héctor pispeando los debates antipáticos de Neustadt & Grondona, comprando Página como el anteojito de la infancia, para hacernos hombres de verdad, escuchando a Lalo, puteando a Marcelo y a Mario indistintamente, realzando a Fito, a Charly. Burlándome de los Intilimani y mirando con recelo y desconfianza a la Negra Sosa y Quilapayún (mi pasado católico no me soltaba, claro está), celebrando las letras de Silvio Rodríguez, aunque fuera tarde. Tiempos de radios piratas, de talleres de lo que sea, de serigrafías, de logos a mano, de libretas y máquinas de escribir encendidas. De grabadorcitos y casettes.

Parakultural (con la delantera Batato-Torto-Alejandro, las Gambas), Redondos, Spike Lee, Agresti, Compromiso en la tele, la Lugones, Babilonia, Mediomundovariete, el mosquito Sancineto, las fiestas del Condon club, don Cornelio, Alejandro Del Prado, Luis Brunatti intentando ser ministro de Seguridad, la provincia de Buenos Aires, antes de la Maldita Policía, Robo para la Corona, Montoneros, los Soldados de Perón.


Ojalá que sus hijos, con pícara grandilocuencia o no, sepan llevar la posta de quien relegó al atorrante de antaño por la mesura de quien asume sus derrotas, con tal de convertirse en buen tipo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Reflexionemos juntos, no te inhibas y peleate conmigo y con la escritura.