miércoles, septiembre 25, 2013

Necrológico

El blog de título grandilocuente que reverencia a un tipo que admiro mucho y se transformó en un paradigma a seguir, éste (x vivistelotuyo), podía haber sido una sarta de relatos situacionales, cual Bucowski, acaso para tratar de demostrar que el baile de uno, también vale la pena.
En contradicción a esto y sin pretenderlo, el poco más de un año posteando experiencias de otros, me llevó a pensar (acaso por la pérdida reciente de Claudia), que este lugar se parece más a un espacio necrológico. Necrológicas suelen ser las notas que, anticipadamente o no, fastidian a los colegas del periodismo. Como si el frío diagnóstico de pronosticadores de la vida, nos llevaran a "ganar tiempo" frente a un potencial cierre y acumular información de seres encomiables en el umbral o muy cerca de sus  condiciones de partida.
Debo decir que en este caso, cada partida, me tomó por sorpresa, me dejó con el manojo de palabras de siempre. Incluso asumo que, en muchos casos, ni el vínculo directo o cotidiano alcanzó como para justificar un acción más acorde al amigo que despide a un compañero o al pariente que sufre una partida (aunque en este año hubo algunos casos que sí).
¿Quién soy yo para hablar de Selser, Sullos, alguno que otro escritor? Ningún periodista se interrogaría en tal sentido al momento de recibir la instrucción de su necrológica. Por eso, asumo el deber ser de la vocación, la noble disposición que la vida (y la muerte) me impulsan a despedir personas/jes nobles, íntegros, sensibles, viscerales. Y desafío a los pispeadores de Viviste, a ver si son capaces de reprocharme que ser un cronista necrológico, no hace más que ratificar la voluntad de bucear en las profundidades de otros vividores que pelearon por su mar de sueños, resistiéndose a admitir que también el aire, tiene fecha de vencimiento.

1 comentario:

  1. Any Oldiron12:31 p.m.

    Es eso y algo más. Aquello del olvido como la verdadera muerte. Ya que no tiene remedio ni comprensión posible, nos queda anotar algo para que lo sepan los que no los conocieron y para que mantenga el recuerdo que quienes los conocieron.
    En mi caso, llevo grabadas en la memoria dos homenajes tan fuertes que se volvieron inolvidables, tal vez son más, pero ahora me vienen estos dos que son bien públicos. El primero es el que empieza con "En Orihuela, su pueblo y el mío, se ha muerto como del rayo Ramón Sijé". El otro decía "Dani Jarque estás con nosotros". Y sin haber conocido a ninguno de los dos, se siente el dolor que produce esa ausencia y también la necesidad de tenerlos presentes.
    Y recordará Usted lo que pasó cuando murió el Generalísimo Franco (tres españoles, finalmente). Apenas muerto, el médico que lo asistía le dice a su asistente: "Ya ha muerto. Y ahora, ¿cómo se lo diremos al pueblo?". Y el asistente le dice: "Eso no es tan difícil, la cuestión es cómo se lo decimos a él". Hasta pronto.

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