Honesty

 Me levanté como Kendall en la previa de la celebración de sus 40, emulando a Billy Joel. Pretencioso el billonario, se imaginaba colgado en la cruz durante su fiesta, como para que le quede claro a los invitados y a su audiencia imaginaria, que ese muchacho bien se merecía una celebración a todo lujo, después de inmolarse como Jesús tras atreverse a enfrentar a su padre. (Succession 3ra, creo)

En mi caso, 'Honestidad', fue un tema que pegó y marcó mis 14 años, aunque sin tanta aspiración altisonante. En el caso de un tipo de cuatro décadas, puedo entender que se sienta identificado con la canción y sus argumentos. ¿Pero qué de un pibe adolescente de Sarandí, cuya vida despertaba al calor de las sombras del barrio? 

Y allá estaba con precisa pronunciación (aunque sin clara traducción), reivindicando una bandera de la frontalidad en un mundo demasiado atractivo para descubrir aunque muy complicado por entonces, sello distinguido del cierre de nuestros setenta. 

Sin embargo, de algún modo también estaba atento a eso de la crucifixión, por elección. Me había hecho católico, como saben, buscando un símbolo de paz, por no entender eso de la repartija de beneficios que da la vida: padre abandónico, madre juvenil, padrastro rígido y tooodos los motivos karmáticos o reales que pudiera inventarme entonces, realzados con las incertidumbres de la edad.

Y ahí estábamos los cuatro que no éramos fantásticos pero sí amigos, cantando la de Billy. Carlitos se reía jugando a la versión hispana y uno ya se preguntaba si era mejor ésta o 'Estamos todos solos', de la Coolidge. En definitiva, la de Rita sonaba más palpable, más existencialista. 

'I knowwwuwoo', gritaba el tipo de voz negra y uno se soñaba lo obvio, cantante. Ahora me contento con pensar que ir de frente, siempre tiene consecuencias. Aquel pibe pensaba que eso era lo correcto. Parece tentador desde acá decir que también. Non lo so.