Tímidamente intento regresar a este sitio. Ya dejé de contar los muertos en pandemia (por razones obvias y para no prolongar el bajón de lo evidente), ya lamenté en silencio las pérdidas (físicas, afectivas) y abandoné las grandes definiciones (bueno, momentáneamente)
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Entre cursos acelerados de PPTs, Zoom, Edmodo y nuevas APP que te enseñan a editar en segundos, me reencontré con Baudrillard, Verón, Mattelart, comunicadores latinoamericanos, las escuelas de Palo Alto y Frankfurt.
Me atrincheré con los vicios de creerme entendido en ciertos aspectos sólo por reivindicar una experiencia hueca en cuanto a la dinámica universitaria. Pero debo aceptar que el corazón volvió a palpitar como en otros tiempos y bajo disímiles circunstancias.
Me peleé en equipo, vi aguándome el sueño antes del primer intento, pasé noches en vela decodificando mi propia letra de apuntes o buscando imágenes para ilustrar trabajos prácticos.
En fin, fui (y soy) un león herbívoro deseoso de dominar el claustro virtual.
¿A quién le importa toda esta guinda?
Hablemos mejor de la cepa Delta, del conurbano. A propósito aprendí algo más sobre cuestiones identitarias ("conurbano” ¿respecto de...dónde)? Mejor contame del diario amesetado (con los consabidos comentarios replicantes de Canosa, TN Y Cía); de tu amigo Osvaldo, de los 18 de Cata (cada vez más linda y más intensa) de la vacunación familiar completa, de las recetas de Gabriela y su ritual masterchefista con su hija (yo testigo silencioso gozando tal química) y de los creativos videos de Saverio con los nenes por sus temas.
De la cotidianeidad del pequeño Juan Cruz y su mamá Mariana que durante dos días a la semana reconvierten el patio en una salita de tres.
De mi vecino Negro que se vuelve un peso para su hija y nieta. De mi amigo Churrasco que aún vacunado no atiende el teléfono porque se convenció en eso de colgar la toalla. De la partida de Carlos Busqued y la posterior lectura hostil tras atravesar su "Con este sol tremendo", casi en simultáneo con "Bahía Blanca", de Martín Kohan. Ambos novelas me dejaron algo chamuscado.
Todo esto lo cuento en la extinción del domingo del día del padre, a horas de enterarme de la muerte de Juan Forn, a semanas de haber sufrido el fútbol devaluado del Rojo del Emperador, a segundos de escuchar 'Un americano en París' de Gershwin y a tres horas de hacerle los coros a mi hijo para Playa Girón y Mariposa Triste, cantadas antes que el sol nos abandonara definitivamente.
Si, fue un buen trimestre.
Me alegra leerte. No te vuelvas a ir de acá.
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ResponderBorrarGracias amiga, vos con Marisa, Marcelo y Jorge acompañan esta aventura sumida a veces en la incertidumbre de un formato que celebro pero cual botella en el fondo de todo, espera ser despabilada alguna vez. Las lecturas de uds son como olas sacudiendo el cristal para que en algún momento los mensajes salgan a flote.
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