lunes, agosto 14, 2017

Paso, Orwell, Hemingway y la "imparcialidad periodística"

 Ya descansado, tras ver la hiperarbitrariabullinistaychupamedista cobertura periodística de la primera parte de las Paso, entiendo que quien dentro del medio tiene una mirada misericordiosa sobre Cristina y su resultado no escapa a una dual conclusión: o es hiperk o resulta un pelotudo.


Nos lo dicen los medios. La gran mesa de Fantino cada noche, que deja prácticamente al Turco Asís, como un bolche colándose en la Berlín de los 40.
O la ex novia de Gustavo Grobocopatel (rey de la soja), Cristina Pérez vía Telefé llevándole tranquilidad a los mercados con esa magra diferencia entre Esteban Bullrich y la doctora (a propósito de la viuda de Néstor y parafraseando al autor de Flores Robadas en los jardines de Quilmes)
Y ahí está Lorena Maciel, en la madrugada del lunes de TN, destacando que ni será capaz de superar en porcentaje al maldito de Aníbal de la fatídica elección de 2015.
La lista, por supuesto es interminable. El primer manzanita de cambiemos, Jorge Rial, pedirá que abran especialmente las puertas de Comodoro Py, dándole más ideas a Durán Barba y a Marcos Peña, por si suma el humilde aporte periodístico.




Ojo, la farándula no se queda atrás, Susana quiere que los k se vayan por lo más hondo de la grieta, De Brito sigue exultante la caída de los actores del gobierno anterior, Fernanda Iglesias dejó de tener miedito (nada que ver con el de Lole Reutemann)
Y Fabiani, como Del Moro saben que tienen asegurado un buen rating para este lunes 14.
Todos, por supuesto, los que se mofan pretenciosamente de intelectuales, como Zunino, Feinmann y Majul, se encargarán de patear en el piso al funcional Brancatelli.

¿Se harán cargo alguna vez de asumir la desigual medición de fuerzas?
Lo dudo, quién defiende de la turba a un linchado, corre el riesgo de tropezarse. Todo sea por la bendita pauta oficial.
Mientras tanto, leo a colegas y ex compañeros haciendo mérito de pureza crítica (antik, por supuesto) Dudo que su Ceo acomodaticio les haya pagado íntegramente sus aguinaldos adeudados.
Igual, ratificar la posición de los "imparciales nuevos periodistas" y amigos (por transitividad u omisión de críticas) de cambiemos, a lo mejor les asegura a futuro un pequeño aumento, un ascenso, un mimo.
La ilusión es lo último que se pierde.

Dejemos a los trolltuiteros para otra ocasión y aprovechémonos del azar que coló en mi navegación una foto de dos grandes George Orwell y Ernest Hemingway, durante la guerra de la República.

¡Pavada de batalla intelectual! si de compromisos corporales y periodísticos se trata.
Vagamente rescaté un par de artículos para mostrar la posición de ambos y algunos datos útiles que, espero, sirvan para abrir el espectro y seguir reflexionando, más en un ámbito que socarronamente se encarga de bendecir equlibrio, como quien deja en manos del mercado, el destino alimenticio de los pueblos.
Disfrútenlo. Digiéranlo. Saludos.



«Desde muy temprano me di cuenta de que no hay acontecimiento que sea correctamente relatado en un diario, pero en España, por primera vez, vi crónicas periodísticas que no guardaban relación alguna con los hechos, ni siquiera la que implica una mentira ordinaria.»
Este fragmento, extraído de la obra 'Looking Back on the Spanish War', es obra de George Orwell, uno de los notables escritores que siguieron de cerca la Guerra Civil española, y resume perfectamente la retorcida forma en que se cubrió la contienda.





El capítulo 20 'Oportunidades perdidas' de la biografía autorizada de George Orwell arranca así...
El Hotel Scribe de París fue el preferido de los periodistas durante los últimos meses de la guerra; era una cómoda base de operaciones para corresponsales de todo el mundo que informaban sobre los movimientos de las fuerzas aliadas en Occidente. Orwell se alojó allí, a intervalos durante un mes y envió un artículo por semana al Observer, así como unos cuantos artículos al Manchester Evening News. No había estado en París desde su paso fugaz en 1937, al volver de España. La guerra no había causado muchos daños físicos en la ciudad, pero algunos artículos y servicios básicos estaban restringidos, y las calles frías y húmedas de fines del invierno de 1945 tenían un aire siniestro después de cuatro años de ocupación alemana. (Un atractivo del Hotel Scribe era que funcionaba la calefacción central, mientras que muchos sectores de la ciudad no tenían ni calefacción ni electricidad.) Orwell se lamentaba diciendo que París estaba deprimente en comparación con lo que era antes.
Un día disfrutó de unos momentos menos pesimistas cuando conoció a otro famoso escritor alojado en el hotel.  Al ver el nombre de Ernest Hemingway en el registro, preguntó el número de su habtación, subió y llamó a la puerta. Encontró a Hemingway ocupado en hacer las maletas y se presentó tímidamente como Eric Blair. Obtuvo una grosera respuesta: "Muy bien ¿qué coño quiere?"
- Soy George Orwell
- ¿Y por qué coño no lo ha dicho?, respondió Hemingway mientras sacaba una botella de la maleta. Tómese un trago. Doble. Solo o con agua, soda no hay.
Tomaron un trago juntos y hablaron un momento, pero Hemingway debía marcharse al cabo de unos minutos y no tuvieron oportunidad de mantener una conversación en serio. Por breve que fuera el encuentro, Hemingway no lo olvidó y habló con admiración de Orwell cuando recordó esta ocasión tres años después, en una carta a Cyril Connolly. A Orwell le divirtió al parecer el estilo rudo de Hemingway, como si l e complaciera ver a un norteamericano de un modo tan previsible.

Pero hubo un encuentro previo *

....Hace muchos años que no los veía. A Hemingway desde los tiempos de la Guerra Civil en España, cuando aún eran muy jóvenes y poco conocidos. A Dos Passos desde un breve encuentro en París, donde coincidieron en la buhardilla sucia y maloliente en la que vivía y trabajaba Henry Miller, su amigo en común.  A diferencia de Dos Passos, Orwell no se distanció de Hemingway por razones ideológicas o desacuerdos políticos. En los años treinta, en el frente de Aragón una bala le atravesó el cuello y por poco lo mata. Aquella herida representó el fin de su aventura en la Guerra Civil Española, obligándolo a tramitar su regreso a Londres. Hemingway resultaría herido posteriormente, cerca de Barcelona, partiendo rumbo a París, donde comenzó a escribir sus mejores obras. Orwell por su parte iniciaría una prolongada colaboración para la BBC de Londres, al mismo tiempo que también emprendía la escritura de sus novelas.

A diferencia de lo que ocurre ahora, Hemingway y muchos de los alojados en el Hotel Florida admitían abiertamente su parcialidad. Algunos hasta hacían gala de ello. "Siempre detesto la falsedad y la hipocresía de los que proclaman ser imparciales y la tontería, por no decir estupidez, de los editores y lectores que demandan objetividad a los reporteros que cubrimos una guerra" -escribió Matthews-. "Al condenar la parcialidad se rechazan los únicos factores que realmente importan: honestidad, comprensión y rectitud; el lector tiene derecho al solicitar los hechos, pero carece del derecho de pedir al periodista o al historiador que coincidan con el.»

*http://pijamasurf.com/2016/09/george_orwell_se_encuentra_con_ernest_hemingway_y_john_dos_passos_en_un_tranvia_de_nueva_york/
** http://www.periodistadigital.com/alfonso-rojo/reportero-de-guerra/2015/11/25/1936-alfonso-guerra-civil-espanola-rojo-reportero-hemingway-malraux-orwell-franco-passos-koestler-hitler-stalin.shtml

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