domingo, septiembre 06, 2015

Cumplir 50

Aclaro de entrada, que no hablo de los propios, si no de los de mi amigo Jorge. La fiesta sorpresa que no fue tal, sumó además de un pizza party con amigos y parientes, un encuentro relajado. Sí, ni odaliscas, ni Michael Jackson, ni una falsa Marilyn dentro de una torta. Y bue, fueron 50, no cuarenta (desde este blog sostenemos la teoría acerca de que si la vida "empieza a los 40", "a los cincuenta indefectiblemente se termina todo".


Visiones trágicas al margen, a Jorge se lo vio contento...y tenso ¿qué podíamos esperar?. Lo bueno en  este contexto es que además de enterarnos que los jefes hostiles no son propiedad de administraciones públicas o privadas, si no también de organizaciones académicas (con perdón de la palabra);  entre el frío de la noche del sábado, Led Zeppelin de fondo (ojo, son nuestros cincuenta, no los de Fausto Papetti o R Clayderman) y unas tentadoras fugazzetas, nos enteramos que el buena onda de Pablo Trapero (sí el de El Clan y Mundo Grúa), dejó de garpe a nuestra amiga Marisa luego de que le hicieran un trabajo duro en su vivienda.
Sí, el tipo que fue jurado en Cannes, también se hizo el dolobu. Otra celebrity que se nos cae.
En la charla, también nos enteramos que Mary y Alejandro tuvieron su viaje conmemorativo de convivencia a Salta y que volvieron pipones, aunque también asombrados por los interesantes museos de la zona.
Descubrimos un insólito hábito en Bavaria, en boca de un involuntario y eventual cronista experto en historia. "los tipos y las tipas suelen andar por las plazas en bolas", según describió el hombre, "aunque la mayoría son chabones", aclaró luego para la desazón de la selecta audiencia.
Por supuesto debatimos el rol de Carlitos vs Román en un futuro político dentro de Boca o a nivel nacional. (Y sí, con los bosteros hay que establecer algún tipo de diálogo, no?), nos preguntamos sobre el sentido de la historia poniendo en duda a los griegos, pero también al buen hombre de Marx (o no), descubrimos una Córdoba distinta y solidaria. Soñamos con recorrer Catamarca (tengo los folletos prestados en mi poder) y por supuesto cantamos el feliz cumpleaños para alegría de Jorge, Marcela, Vicky, familia Prinzo, amigos y presentes.
Vimos a Jorge abrir un paquete enorme como un chico, con similar ansiedad a la de su hija y el telescopio logró su cometido: acaso demorar mi cuestionable y tonta hipótesis sobre el fin de la historia propia (o la debacle que imponen los 50 años) para abrir retinas y futuras miradas.
El varon homenajeado y su familia, se vieron en una futura terraza recorriendo las estrellas, Enrique les recordó al cumpleañero una estadía cubana, en la que una noche invitó a detectar a la Osa Mayor y en el caso de un servidor, se cruzó la vaga idea de una fiesta en los comienzos universitarios, en casa de Cristina Ledezma, donde su hermano invitaba a los intrusos a relojear el noble aparato que apuntaba al cielo.
A nuestro amigo le agradecemos el convite, lo mismo que a sus hermanos y amigos. En particular, las charlas nobles de esta noche mágica sin pretensiones y otras tantas donde literatura, ciencia, música y amistad, fueron más fuertes que las reglas de una ordinaria manera de vivir.
Feliz cumple che y gracias por la fiesta.
Pd: ¿horario del nuevo planetario?

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