viernes, mayo 15, 2015

#UnSuperdesolador
















La verdad que sí, fue todo muy triste
La gente aplaudiendo el drone, tecnología de última generación para el bardeo.
Los jugadores cagándose en el gas de los de River
Los medios amplificando los palos y acomodándolos, según sus intereses
El verso de los 10 inadaptados
Los movileros haciendo lobby para que se juegue en Velez o para que no se juegue.
Los de Boca, no queriendo acompañar la salida de River para no quedar pegados y que no se asocie el gesto con la complicidad.
Y los que quedaron en el estadio celebrando tal gesto.
El canchero del drone subiendo la foto a twitter y después borrarla


Lorenzetti en la platea, Berni diciendo que el operativo fue exitoso (sí porque no hubo represión, NO porque los que tiraban cosas merecían cuanto menos un manguereazo de agua bien fría, plateístas incluidos)
Los periodistas-conductores conocidos barriendo su responsabilidad revoleando mierda para todos lados (y así evitar sus vínculos concretos con la gente del poder) ¿sigo?
* Jornada triste que arrancó desde temprano. Entre nuestro Bebote celebrando su cumple con el led del club, los cronistas justificando la suspensión del fútbol argentino, a medias, aduciendo la muerte de Emanuel Ortega, (el pibe que se dio contra un paredón porque la distancia que separaba el campo de juego del partido del ascenso era de ¡¡¡Un metro y medio!!) y el responsable de futbolistas agremiados quedándose con el discurso de la fatalidad, en lugar de revisar las condiciones de trabajo de sus afiliados, explican por qué el fútbol es tan lindo, por tele y mirando a Messi.



Uno, por ser hincha de otro club, tira tweets antibosteros y, como acto reflejo se desentiende del asunto. Algo parecido sucede con algunos simpatizantes del equipo anfitrión, Martín Caparrós, por ejemplo dice desde su cuenta "tristeza de ser argentino", yo lo corrijo, "bostero", al final los dos tenemos razón. La patria es el otro, la culpa es del otro. Acá hay una situación concreta y no debemos pasarla por alto. La agresión a los jugadores, es también un mensaje que leen los pibes, la falta de solidaridad de su equipo rival, también es otro mensaje. En la redacción, mientras sucede lo del gas picante, se me escapan un par de chistes, no los tuiteo. Me doy cuenta que hay un límite, finito, pero está. A veces ese detalle, nimio, sutil, me (nos) puede convertir en mejores personas. Aunque no sea tribunero. Ayer entendí por qué mi hijo se entusiasma más con la guitarra, que con tirar gambetas. Es muy complicado todo, hasta llegar al juego, sin mala leche. La música, en cambio esta ahí y encima, en lugar de dañarte, te salva.

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