LAURA CARLOTTO: EL PRINCIPIO DE LA
NOCHE INTERMINABLE
En 1976, Laura Carlotto tenía 21 años
y vivía con unas amigas en La Plata, en un departamento justo
enfrente de la comisaría novena. Les parecía que, de tan obvio, las
ponía a salvo de sospechas: era un primer piso con dos habitaciones
donde vivían y se refugiaban muchos militantes de la JUP. Allí
empezó un periplo de casa en casa hasta su secuestro, un año
después. Adelanto de "Laura, vida y militancia", el libro
escrito por María Eugenia Ludueña y publicado por Editorial Planeta
Argentina.
Por: Maru Ludueña
La noche se le había hecho
interminable. Laura espera hasta la madrugada la llegada de Cascote.
Se despierta temprano, se cepilla los dientes rápido, sin mirar
mucho el espejo donde él ha escrito con rouge y cierta desesperación
cuánto la quiere.
Es una de las tantas maneras en que él
le pide que vuelvan a estar juntos. Está arrepentido. Laura ha dicho
a las amigas que lo ama profundamente, sin dudas, pero no está tan
decidida a decirle que regrese al departamento. Tiene miedo de salir
aún más herida.
En los últimos días casi lo ha
perdonado. Está convencida de que hizo bien en pedirle que se fuera.
Él vive temporariamente en una oficina con baño privado y
kitchenette, a pocas cuadras. El lugar es propiedad de la Gordi,
amiga y compañera de Historia. La Gordi ha heredado esas oficinas de
su madre y las alquila también a otros compañeros, en su mayoría
militantes de la JUP.
Aunque Laura y Cascote están en un
impasse y se han prometido darse un tiempo, él había quedado en
verla en el departamento esa noche. Laura se pregunta si no le habrá
pasado algo en las calles de La Plata. Se pone una camisola, los
pantalones patas de elefante y las plataformas. Camina preocupada
hasta las oficinas de su amiga donde vive Cascote. La puerta
principal del complejo no tiene llave. Atraviesa el pasillo con
pisadas firmes para darse ánimo, pasa por la puerta de la oficina
donde viven los otros compañeros y se detiene frente a la de su
marido. Golpea con ganas. Cascote no responde y Laura se empieza a
asustar. Vuelve a golpear más fuerte. Él le abre la puerta. Con
solo mirar su cara, comprende que pasa algo. Son tiempos raros,
impregnados de una honestidad brutal: Cascote invita a Laura a
entrar, a sentarse con su nueva novia y a conversar entre los tres lo
que le pasa a cada uno. Laura cierra de un portazo y se vuelve al
departamento. “Venite a vivir conmigo”, le dice la Gordi a Laura
aquel verano.
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