Mis abuelos serán los de sus años peronistas, o del principio del derrumbe jubilatorio? Y la gallega? y el ayudante de ferretero? vendrá cuando hizo la parte de marido obediente, o en sus años soñadores socialistas de la república, durante su laburo en Ferrol, tatuaje (extraño) de monja, con la palabra te quiero mediante.
Y mi tía la loca? En su plenitud recorriendo las preguntas psicológicas, post 50? Y los amigos? Y los padres de los amigos? Esos que condicionaron su crecimiento dejándoles tantas preguntas y tantos agujeros por abuso de faso, estrés, delirios, etc? Y mi suegro? será aquel niño esperanzado de la vuelta de su papá rumbo a su Segunda gran Guerra, para compartir las medallas invalorables, pero inútiles? O el último cabrón acosado con sus úlceras.
Y la aspirante a novia de cuarto grado? Esa que un día desapareció de la nada y cuya amiga de aula notificó con un frío "se murió", sin más rastro.Y en todo esto, habrá chances de pispear algún héroe personal, qué se yo, digo un Kieslwosky, un Horacio Quiroga, un Walsh bien calentón, una Alfonsina, el loco Belgrano, o la pirucha medio rapidita del barrio a la que habíamos bautizado "doña Pura". O el Bocha, ese pibe de la iglesia, que era igual de rebelde como talentoso musical, apartado del grupo por una turra leucemia.
Bueno, quitémosle dramatismo a todo esto, pensemos que en las fiestas de los reencuentros, nos enfrentaremos con aquellos como mejor los vimos, ese es nuestro beneficio de la duda, transformarla en certeza a piaccere. Y si no, por algo está la memoria, los cuentos y recuentos, la somera deformación de los momentos vividos. Ahí, predestinados o escritos por la mano universal que nos moldeó, igual haremos lo que se nos canta.
De paso, en la eternidad, habrá momentos para un picadito o para recuperar la primera bicicleta. Espero.
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