martes, febrero 04, 2014

San Rafael, duraznos que sangran pero sin poesía

Rara Mendoza, de tierra seca, con álamos imponentes. De viñedos amplios, preservados entre redes antigranizos. Rara la Mendoza que aprendí y descubrí en pocos días. No tengo autoridad moral ni temporal para juzgar nada, pero si sus vinos saben a ensueños diarios (rarísimos y nutridos durante nueve noches, también incontables, o mejor dicho intransferibles), su presente productivo funde la tristeza como de quien no sabe de qué manera torcer su destino.
Doce centavos, era la cifra sugerida para el kilo de duraznos durante el período 2012/13, según me explicaron. "Quedaban todos tirados debajo de los árboles, nadie quería juntarlos, el trabajo no se pagaba con semejante cifra. Hoy, después de tantas tormentas, mejoraron el precio, pero porque saben que en esta temporada quedaron pocos o casi nada". Algo parecido ocurrió durante la cosecha de las aceitunas, llenar un cajón es un esfuerzo importante "aunque se pague mejor", me aclaran en una finca. Pero "con esto de los planes, nadie quiere hacer esa tarea", amplían.
Los planes, todos los caminos conducen a los planes. Bah, a los pícaros, los ventajeros, los villeros o la indiada del siglo XIX. Todos los males de esta bendita tierra siempre tienen a los salvajes como la principal razón de nuestro fracaso.
¿Y por qué los productores no se organizan para obtener un mejor precio?, pregunto incrédulo. "El tipo de la finca es muy quedado, si  no te gusta el valor del kilo de duraznos, dejalos ahí y listo, le contestan", me informa el hijo menor de cinco hermanos, cuyo padre todavía resiste a los embates del mercado miserable. También ellos se quejan de los planes. Está claro que es lo más fácil. Pensar que la tarea que debe blanquearse y terciarizarse ya no tiene a los laburantes desesperados y golondrinas, si no a gente que, como lo relatan se habituó a la actitud laboral bien argenta, "servicios y atención dispersa y no pidan mucho más".
Es complicado desarmar esta madeja que por siglos nos tiene atrapados, yo lo llamo dicotomía alpargatas vs. manteca al techo, o parqué vs. falsa alcurnia. Boedo vs. Florida, Civilización o Barbarie y así hasta nuestro acotado y previsible infinito-finito.
Reconozco que el sabor de los duraznos sanrafaelinos es superior a lo imaginado, también otras frutas, los tomates. Ah y que el precio, aún con la sequía es bastante menor que el de Buenos Aires. La imagen descripta por los productores me remitió, lo siento crispados, a los frutos perdidos o abandonados en la ruta en 2009, sí a la leche tirada en las calles. Y ahí es que vuelvo a tomar posición y pensar que los planes ni por asomo equiparan la miserabilidad de los que disponen precios y voluntades. Tipos que te piden que enseñes a pescar y te prohiben el ingreso al río, al mar o sencillamente te esconden el pescado o te lo compran a valor podrido.
"Hubo una cooperativa mixta, medio privada y con intervención del estado que logró un mejor precio para el aceite. Después se hizo privada del todo y se olvidó de pelearlo y perdió todo lo que había logrado antes", me resume el hijo del productor, graficando una batalla esporádica.
...Y el durazno partido ya sangrando está bajo el agua.

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