Aquellos que asumen con conciencia lo dado, lo elegido, lo consagrado, son capaces de prescindir de todos nosotros. El mismo Obama, eclipsado por esta voluntad republicana de emparchar iniciativas propias con territorios ajenos, ahora nos dice que Siria envenena y que hay que purificarla.
Como el tipo de la Ford, como la desidia o la impericia porteña, como la contundencia de ser el primero del planeta (o intentar ratificarlo, en tiempos donde China silenciosa y Rusia canchera, piden pista), los pre-potentes yacen, sin necesidad de decirnos lo que debemos hacer.
Igual hay un chabón sospechado por bancado, vapuleado por desclazado que saca un papelito del suelo, para que el suelo de su barrio se vea mejor. Acaso la mariposa de Bradbury, vuelva aletear a contramano de los prepotentes que impotentemente sostienen lo que debemos hacer. Sólo por ahora.


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