viernes, agosto 23, 2013

De líneas, círculos y dialécticas

El azar, destino, circunstancias, bue, o simplemente la vida, hacen que en el presente hoy uno se encuentre bancando proyectos cuestionados y cuestionables, casi como el mejor oficialista. Este perverso paralelismo que une la situación política del país (patria) en sincro con la simpatía del rojo descendido (los colores), son bailes que te los regalo, pero que asumo aguantar.
En ambos casos, se repiten los mismos aspectos: gobiernos abyectos haciéndose cargo a su modo de sus respectivas crisis, criticados por determinaciones arbitrarias y muy discutidos por sus definiciones.
Como contrapartida en las veredas de enfrente surgen las conspiraciones, los sabotajes, las corporaciones. Con sus consabidos comentarios humillantes, goteo permanente para bastardear la moral reivindicada y un tono de suficiencia que gana la atmósfera como verdad revelada. En síntesis, las caras menos amables de aquello que no parece ser considerado como la diversidad o las diferencias de criterio, si no como un permanente reproche por lo hecho, por la manera del recorrido, por otra esencia diferente.
 "La patria es el otro", en mi caso, no suena como algo armónico (o eso de pensar al otro como prójimo, efecto Cris-Francisco, de estos meses) si no que el otro únicamente resurge como detractor.
Casualidades o no, el "esto no da para más", "Cristina fue", "Tomátelas Cantero", "Autoritarios, monárquicos, etc.", son las voces frecuentes de la oposición que rebotan como queja, lamento, como solución indeclinable. Deben cambiar, dejar su lugar, irse, correrse, no molestar, asumir sus derrotas, su inoperancia, sus virulencias. Dejarnos a nosotros. Cualquier cosa menos que ellos. Su tiempo terminó.
Y aquí el debate o las dudas. Cuando algo no se soporta, lo mejor es que perezca, que se vaya, que no vuelva, que no esté, que cambie, que se acabe. En esto de revisar lo cotidiano, asumo que en cuestiones de convivencia (laborales, educativas, familiares), la fantasía opera en tal sentido. Despido, expulsión, ruptura, muerte, son conclusiones que se manifiestan ante lo intolerable. Que el que jode no esté más. Pensaba ayer mirando la tele, al momento de cómo los argentinos quitamos entidad a los delincuentes en un sistema carcelario, con esto de "encerrar al cuco y ya no está más". Después sumé la imagen del encierro a otros ámbitos donde socialmente vamos adaptándonos e incorporándolos como otras normalidades, por ejemplo, los geriátricos, "la vejez, no está más", sería una definición, cuanto menos tranquilizadora en esto de borrar lo que nos perturba.

No sé hacia dónde puede conducir este post y no creo que desde una veintena de líneas desprolijas resurjan fórmulas inteligentes o inapelables. Sólo pienso en dónde comenzó la bronca, el fastidio, lo insalvable.
Qué magnitud toman los líderes y los gobiernos en lo cotidiano para causar odio, asfixia, sentimientos viscerales. El bolsillo, la economía, la falta de guita, como dice un amigo, son excluyentes respecto de lo político, o por qué no decirlo, respecto de una forma de hacer política en la Argentina. Porque son "los intereses", lo que nos reúnen o nos alejan. Y en esos intereses, debo decir que las miradas sobre nuestras realidades se van amuchando de prepo, atravesando los mismos carriles, las mismas preguntas y especulaciones. Sensibilidades uniformes.
Acaso en esta bipolaridad social (que supera a Cristina y se prolonga entre nosotros, saltando del amor al odio en diferentes momentos del país, con  efectos maradonianos, al momento de hablar de gustos, pasiones, llevando y trayendo nuestras contradicciones) no hace otra cosa que imponernos siempre el mismo recorrido, no circular si no lineal, de una punta a la otra, ida y vuelta, principio y fin, allá o acá, ellos o nosotros.
Claro que esta travesía no es circular si no más acotada, pulsión de vida o muerte. Un círculo, en cambio, una calesita, un deambular (siempre me gusta esta palabra y la banco), marea pero lleva a mirar y revisar las circunstancias, como estudiar o analizar un trauma. Es en el giro, donde lo que fue queda atrás y no entendemos muy bien qué es lo que viene pero allá vamos.
En cambio, las rectas son como pasillos, callejones que nacen se atraviesan y mueren. Desde una punta se ve el fondo y viceversa. Todo lo contrario  en comparación con la otra faz de la luna.
Ya sé, me fui al joraca. Cantero da vueltas como una calesita con sus titubeos y la presi, revisa y renueva la liturgia kirchnerista para sacar otra nueva carta en un maso que requiere más compromisos con la partida que jugar solamente si en la mano le toca algún ancho salvador.
Planificar, en tal sentido es clave. Para quien esté o para el que venga. Pensar una calesita de fases lunares o, por qué no en el trompo perfecto que si se lo gira bien sale disparado, como un proyecto dialéctico.
Salir de lo evidente, de la queja latente, de las respuestas hechas, de lo sabido. ¿No fue ése el grán mérito de EL para patear parte del tablero de la depresión post 2001? ¿No le alcanzó al presidente de Independiente, ningunear la corrupción para ganar confianza? De lo que vino después, allá ellos.
Yo espero que los reclamos, los reproches siempre sean menores que las ideas, que los giros, que la búsqueda de cambios con COMPROMISO y con los OTROS (para mí, esos son los que menos tienen, los desconsiderados socialmente) INCLUIDOS.
Si no, señalar es fácil. Más que eso, es nuestra especialidad. Argentinidad pura.

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