martes, octubre 15, 2024

Un grabador en el baño








Cada vez que se puede, la frase logra colarse en encuentro, cenas, jornadas de relax o reuniones como un mantra. "Y sí, la pandemia hizo estragos".

El diagnóstico va de lo político a la salud mental, pasando por sendos cambios de hábitos. 
Espacios laborales que, cual explosiones neutrónicas sarajevonianas, perdieron su estructura y sentido. 
Incluso formas de dialogar ¿linguam interruptus? acerca del hecho de compartir un comentario al paso y seguir. Ayer, por temor al contagio inminente, hoy simplemente cual vicio maleducado en consonancia con "las nuevas formas". 

En fin, jamás seremos los mismos y nada será como antes, aunque hayamos velado definitivamente sus secuelas e insistamos en negar el influjo del virus global.

Y por supuesto hay tocs incorporados; La tos culposa, el gesto reflejo de revisar mochila con barbijo, un inmanejable fastidio frente a eventual estornudo en el transporte público. 
Pero también la necesidad de momentos de silencio, de esquivar masividad. Bah, cosas que quedan.

En mi caso, hay un momento particular en el laburo, donde sigilo y oscuridad, me transporta a una acción rutinaria e incómoda. 

Mientras cierro alguna nota o espero la actualización de un detalle periodístico, el ritual de ir al baño, se recrea casi como en otros momentos de convivencia, como las escapadas a la calle por fumar o tomar un café con colegas (cuando estaba la máquina), hacer alguna caminata corta por la cuadra. O ventilarse sin más.




Claro que el baño de la redacción no es cualquier baño y no me remito a sus magras condiciones que poco o nada distan de aquel en 'La Academia' de Callao o del más cercano garito de la pizzeria 'Los tres ases'.

Acá el problema es otro. No es que su condición sombría implique la lógica aparición de un espíritu en el espejo apaisado. Me abstengo de señalar las condiciones aromáticas, aunque aclaro que este no es el punto en cuestión.

La verdad lo que ocurre en el baño es que en uno de los módulos, hay un sonido envolvente que de manera hipnótica invita a descifrar su musicalidad. 
La primera vez me llevó al automático escalofrío y preguntarme por mi lucidez. "¿Me estoy volviendo loco?"
Por supuesto que entre los escasos personajes de la oficina, agregar más preocupación a la hora del cierre y hacer este tipo de planteo, me llevaría a ser mirado de reojo. "Cuidar lo propio", es una de las escasas máximas de este presente.


En concreto, el ruido poco o nada tiene de barullo y se parece mucho más a una radio de onda corta o aquella al estilo siete mares en donde los viejos contaban con la celosa exclusividad de mover la perilla cual caja fuerte hasta detectar una charla rusa, indescifrable o los más cercanos afirmativo-negativo de la comisaría de nuestro barrio.

Debo aclarar que esta suerte de murmullo acuático, no logra resolverse con el solo hecho de apretar el botón o tirar la cadena. 
No señor. De hecho ya lo intenté. 
En este caso, las voces balbuceantes se cortan en el acto para que unos segundos más tarde, comiencen a elevarse hasta gritar el código X u omega (hay libertad para rebautizar dicha sonoridad) 

Por esta razón, durante una semana, de forma intermitente, me tomé el trabajo de acercarme y seguir algo del hilo del monólogo líquido.
"Yoteaseguroquedebemoscorregirloquesucede y convertirloenalgoquenospermitadominar loquebuslquerskdald"
(Esto es solo un ejemplo)



La voz tiene la particularidad de un inglés de la BBC de la Segunda Guerra, pero también podría asociarla a las ilegibles reflexiones de Lanata radiales, cuando éste abría su ciclo dormido y fastidioso. En más de una oportunidad lo pensaba  forzado a cumplir con la requisitoria de su horario.

No podía quedarme de brazos cruzados y permitir que ese mensaje encriptado termine sin develarse, fluyendo en un inodoro del conurbano. 


Digamos que lo más lógico sería adoptar la postura de este perfeccionista laburante que mudó su oficina, únicamente para saciar su obsesión. 
En cambio, elegí algo no tan desagradable. 
Dejé pasar unos días y rescaté mi viejo grabador con el que capturé conversaciones interesantes.

Como son tiempos raros y la postpandemia dejó algunos recursos digitales, aproveché las bondades del pintpoint de google para desgrabar mi secreto fluvial.

No conforme con esto, sin intentar interpretarlo, adosé el documento a Gemini y le pedí una explicación.

Por razones de fuerza mayor, por ahora me reservo de compartir sus resultados.


lunes, octubre 14, 2024

Lo eventual

Algunas circunstancias exceden lo cotidiano y consiguen que un vínculo, sin demasiado preámbulo, se imponga naturalmente hasta ser valorado.

 Entonces, cómplice y sin la notoriedad de la confianza cosechada, la conversación se extiende furtiva, convincente. 

 

Bajo a tierra para explicarlo mejor. Días atrás, en librería porteña fui por biografía de analista (no hay que pensar demasiado). Ya había intercambiado alguna vez charla con vendedora y estudiante del rubro. Cual dominó o collar de coincidencias, debate y resolución fueron alternándose coincidentes, dentro de una mañana densa y de resolana ligera. 

Ella, con la energía de su certidumbre juvenil, dispuesta a cambiarlo todo o ir al frente y uno, en los albores del pamper humedecido, parafraseando a nuestro fallido nobel de Economía, entendiendo y envidiando tanta pulsión esgrimida.

 

Sin sabernos demasiado la melodía ahí ambos recitamos luego una letanía empática sobre lo próximo y alternativo al poder de turno: bancar a Axel y hasta cosas de Pichetto, fastidio por la condición de escorpión de Cris y su nene canchero. 

Pero también celebrar coincidentemente la voluntad de los estudiantes por no quedarse quietos, después del veto. Aunque los paros comiencen a afectar la preparación de una materia, según explcia. "Es que me engancho y me bajoneo", tira. "No dejes de estudiar, enfocate", recomiendo yo, más intuitivo que sabio, sin comprender cuál es el límite de atender o desengancharse de la sensatez, con tal de que la sobreinformación de la actualidad no la (nos) lleve puestos.

 

De la nada le recordé el error monto de imponer una clandestinidad que terminó abandonando a los propios a su suerte, expuestos en la superficie. Comparación china en relación al golpe y esto, pero nunca se sabe. 

Le sugerí enfocarse, trabajar la esperanza, hacer deportes, no conformarse con la agenda impuesta libertaria. 

En síntesis, "vivir con lo puesto", pero también "ir por más", aunque no tenga demasiado en claro en qué consiste tal adicional.

 

Me llevé el libro que cité en post anterior, saludé con la convicción de haber cuidado a un propio aunque, recién al final y al pasar la piba tiró su nombre. Además del texto, a mi mochila le sumé su preocupación. "Hace ocho años que trabajo y sé que no hay manera de que pueda comprarme una casa con mi novio", se lamentó casi reprimiento sus lagrimales. 

Nunca un escenario más incómodo el de Santa Fé y Coronel Díaz para una veinteañera consciente del frágil holograma que le toca, a prueba de vagas y endebles utopías.

  

Poco menos de una semana más tarde, mientras la novela de Gainza me recuerda la existencia del sauna de Colmegna en el microcentro junto a Enriqueta, la jefa de su historia en  'La luz negra', espero paciente que avance la cola del centro comercial para pagar otro impuesto. De golpe, la voz intempestiva y gruesa desde atrás interrumpe curiosa:

 "Disculpame, estás leyendo una novela negra?", dice otro eventual deudor mirando el libro. La verdad no tengo idea si es un policial por ahora, pero concedo en parte. De todos modos no importa demasiado lo que pueda decirle.

 - ¿Te gusta la novela negra?, amplía.

 - Mmmse Chandler, Marlowe, comento poco memorioso mezclando ficción y realidad.

 -A mí me gusta, insiste, ratificando que mi respuesta ya es un circunstancial de lugar y no resiste eco. ¿Te gusta Convertini?

 - ¿El de Clarín? retruco haciéndome el canchero.

 - Si, ese, qué bien que escribe. Vos sabés que yo escribí una novela negra, notifica. Pero en pandemia no sé qué me pasó y por un error la perdí todo el archivo.

 Ahí me explica que acumuló mucha información, que investigó "Tenía fotos y todo". Me habló del caso de la descuartizada de Varela. "¿Vos te acordás? ¿Conocés Varela?", insistió sin esperar respuesta.

 Los llamados desde la ventanilla fueron sucediéndose. Mi eventual aliado literario, me informa que ahora le importan más las ciencias sociales que el policial. "La historia", sentencia.

 -¿Qué estás leyendo ahora de historia?, consulto.

 - "Las guerras napoleónicas, muy interesante".

 Lógicamente le hablo de Anthony Burgess, lo deletreo mientras él repite a google preciso. "Sinfonía napoleónica", agrego para que no piense que mando fruta.

 Mercado libre le da la respuesta. El mío no era bolazo. No sé por qué me animo a tirarle a Castelli en el pasillo, mientras la fila de clientes de Berazategui se acorta para los cercanos a la ventanilla y se pierde en la curva de los demorados del mediodía.

 "La revolución es un sueño eterno", notifico con orgullo como quien acaba de revelar un secreto guardado. Justo cuando no estamos en miras ni de revueltas justicieras, ni de voluntades oníricas que nos devuelvan al menos pronto, en algún sendero de infinitud optimista.

 A Rivera también lo busca en su celular. También existe. Murió no hace tanto, pero para mí, como tantos otros sigue vivito ahí. De hecho, al vecino novelista le nombro el Farmer (sobre Rosas) y lo reconoce. Entre menciones, hablamos de periodismo. El hombre destaca a Chiche, Majul y Beto Casella, como oriundos de la prensa gráfica. Desde ese lugar, su argumento es irrebatible.

 - "Pero mirá en qué se convirtió Majul", provoco.

 - Es que los tipos en un momento se tienen que ensobrar. Mirá a Lanata que era un genio y después...yo lo escuchaba en La Hora 25, lo esperaba. Ahí estaba él con Zloto, Tenembaum y otro paisano...que hacía internacionales.

 Llega el turno, hay que garpar. Cruzamos números para hablar de historia, autores a futura. Me felicita por ser lector. Unos minutos antes, le sugerí que retome su novela, aunque admitió que la pérdida de sus archivos apagó su interés. "Ya está", cerró.

 

Esquivo el pasillo largo del edificio, retomo la peatonal sureña y rumbeo a la estación pensando en lo bueno que es viajar para sacar el foco del celular, de la actualidad mediática y continuar con la lectura.

Antes, un mensaje oficial del laburo suena negativo aunque entiendo que el problema es de quien lo emite antes que de este servidor devenido en recepcionista del comunicado oficial vía wsp: "Los sueldos sufrirán un aumento", indica el contador acompañando el porcentaje, dándole a un intangible el carácter doloroso. A este ritmo antes que lamentarnos por el prójimo vamos a sentir pena por los padeceres del déficit o de la Inteligencia Artificial. 

 Pienso en lo eventual de estos encuentros tanto con la aspirante a psicoanalista como el reciente Chandler del conurbano. Sé que no hubo cabida para los algoritmos en ambas casualidades. 

Y de solo pensarlos a mis desconocidos aliados, me pienso contento.

domingo, octubre 13, 2024

Siete locos libertarios





"...y entonces me acordé que los únicos que podían devolverle a la humanidad el paraíso perdido eran los dioses de carne y hueso: Rockefeller, Morgan, Ford... y concebí un proyecto que puede aparecer fantástico a una mente mediocre... Vi que el callejón sin salida de la realidad social tenía una única salida... y era volver para atrás" (Discurso del astrólogo. Los Siete Locos).

 

 

 

Desde hace semanas vengo rumiando un paralelismo mental que se resiste a quedar encajonado o dormido, acerca del gobierno que nos toca.

 

Son tan arltianos todos sus integrantes, primero con el pretencioso y falso Erdosain, Silvio o Balder de Javier. Pero también por qué no pensar que las pieles de Karina, Sandrita, Mondino, Espert y los Caputo cobijan con increíble similitud las fisonomías y mentalidad del Rengo, la bizca, la coja, el astrólogo, Barsut o el Rufián Melancólico.

 


Afortunadamente, quien ya había hecho un trabajo profundo a propósito del pensamiento de Robertito es Oscar Masotta que, de modo indirecto y más allá de mi devoción por Lacan, resurgió en estos días, a partir de sesiones terapéuticas, lecturas accidentales e incidentales acerca de la amante del analista, abordada por María Gainza en La luz Negra.

 

Al psicoanalista, crítico de arte y semiólogo, de la revista Contorno y textos como Pop Art o Happening, me lo crucé en un texto breve que supe leer distraídamente, a propósito de Arlt vía PDF (formato poco  amable para profundizar), estaría cerrando el círculo de mi maldita presunción sobre la filosofía libertaria y sus secuaces.

 

 En 'Sexo y traición en Roberto Arlt', don Oscar dice cosas de este tipo.

 


"Rápido, un crimen que me caigo al vacío", emulando una frase de Rimbaud. Díganme si no es nuestro leoncito, buscando instalar agenda diaria que ayude a saciar esa sed que tanto le preocupa por no generar nada.

 

También quien desmenuza al mentor de las Aguafuertes, para ubicarlo en un lugar más antipático para quienes somos devotos, destaca:

 

"Si hace luchar a sus personajes no es para hacerlos buscar una salida hacia la victoria sino para que se logren en la frustración, para que sucumban en la rabia de la singularidad".

 

Y esto (prestar atención acerca de gobernantes y su devota feligresía) "Si hay un tema rector en esta obra, hacia donde confluye lo más específicamente arltiano, entiendo que es el de la imposibilidad de contacto entre humillado y humillado. Arlt- que conocía a Dostoievski- sabía muy bien que nada hay más estrecho que la relación que une al verdugo a la víctima, el humillado al que humilla.

 

Pero sabía también que esa relación, en cambio, es improbable entre humillados. El que humilla se conecta inmediatamente al que es humillado y viceversa, pero todo humillado repele a quienes se humillan. La relación, en Arlt, de los humillados entre ellos se inicia extrayendo su existencia de un aliento precario...

 


 (Y no perder de vista lo siguiente...) Es un contacto sigiloso y aberrante que se produce en una atmósfera donde cada humillado se siente como desencajado frente al otro, como alienado verticalmente en el otro (Lemoine, gordo Dan, la diputada recitando en modo IA), donde cada uno vive en el otro a un ser peligrosamente semejante a sí mismo, un clima de repulsión y de desconfianza, de resquemores.

 


Y realza Masotta: "Hasta que finalmente esta atmósfera incierta se resquebraja por la aparición del sentimiento adecuado a toda comunidad entre humillados: EL ODIO" (tomá mate)

 

Por supuesto que 'Sexo y traición...' es más jugoso que cualquier extracto que pueda hacer desde acá. Pero las acciones humillantes de quienes protagonizan las novelas de Arlt contra sus pares, casi parecen funcionar de modo aleccionador, en pos de los "valores de la clase media", algo que también distingue Masotta.

 

Es más fácil prender fuego a un linyera que hacer lo propio con el local de un patrón.

 

O más práctico traicionar a uno propio que atreverse a resignar las migajas que "se le escapen a la casta". Todo lo que viene de arriba siempre ayuda, podría decirse aunque las fuerzas del cielo no terminen de ajustarse a ninguna religión en particular. (Mucho menos en consonancia con los cultos históricos que se practican desde este lado del hemisferio)

 

Entonces ahí está el hombre común. El hombre masa de Ortega y Gasset que tanto desprecia el expibe motosierra, cumpliendo con el mandato amilitante pero autómata de señalar a docentes, enfermeras o empleados públicos, como deficitarios, reclamándoles tolerancia, disponibilidad y eficacia.

 


Como contrapartida así estamos en esta recesión, socavando nuestros valores y principios para "agradecer la oportunidad" de ser parte de ingresos en negro, de dudosa procedencia e incierta continuidad, con tal de que la suerte del sistema nos dé una chance en el aquí y ahora.

 

Seamos todos Rapi o Uber y que lo demás no importa nada. Capitalismo 7, integridad 0.






jueves, septiembre 19, 2024

Cada día, un poco

Hay un texto en boxes sobre los 7 locos y el esquizo presente. 
Hay jazmines enredándose y brotando y una corona de novia erigiéndose en la vereda hasta que el blanco le dure. 
Una capa de agua post tormenta y una consigna que colega y amigo Ziggy le empezó a robar a Aira sobre esto de escribir con regularidad.
Me gustaría copiarlos. 
El tema es qué decir. 

Siempre hay mucho y si no le preguntamos a IA, ese oráculo vacío que espera la carga de nuestros interrogantes y datos para saber más sobre uno mismo y de ese modo trabajar con nuestras certidumbres.

Tengo también flamante cierre de la primera parte del Retrato del Canciller de Murakami, el libro concluye con retratista y cuasi adolescente modelando en un intercambio fluido y visceral.

Atrás el asado que fue agenda y muta con más golpes de Alberto, el marido de Pampita camino a perder el rango para transformarse en sapo ex. Ah, la vuelta de Susana más previsible que nunca.

Pero hay que escribir algo y como sucede en este caso, no viene de más pelar cita de autoridad o frase. En este caso, rescato flamante del disco de Charly: "Y aunque no pierdo la esperanza, a veces con vivir no alcanza". 
¿Y con escribir? Parece que depende más del lector que de la voluntad de hacerlo.
Acá estamos, entre beepers asesinos teledirigidos, pasajeros gambeteadores de molinetes y disfónicas canciones.

*En tanto, como quien no quiere la cosa, amigo barrial consulta sobre hospedaje de músico de renombre en inminente visita. "sólo es para intercambiar un par de palabras", propone atrevido, como hace unos años. Y por ahí, quién te dice. 



jueves, septiembre 05, 2024

En cuanto a la ausencia


 El remanido análisis freudiano del "cucú...acá estaaa" que refiere a la distancia madre-hijo, presencia-ausencia como antesala de un otro que nos registra (o no), bueno... todo este continente delirante me sirve para pensar en lo importante de una mirada (la propia) en busca del sujeto (u objeto) a observar, a pesar de que parezca ausente.

En sintonía con post anterior respecto de aquello que se perdió quizás significó hacer más foco en cuanto extravío y no tanto en el valor o la importancia por la búsqueda. 


Se busca lo perdido pero también se va hacia la búsqueda de lo no sabido. De aquello que relega lo familiar (una costumbre, una tara, los lugares comunes de siempre, lo habitual, lo perenne) para cambiar respecto de lo impensado, de un devenir. 

De lo desconocido.

Quizás en la conciencia de una ausencia, de aquello que falta o que ignoramos cómo podría ser, exista mucho del verdadero espíritu aventurero. 

Repasando una entrevista a Murakami, hablando de los muros y sus pozos habituales en sus relatos -también bosques o destinos temerarios-, el tipo señala lo valioso de animarse a atravesarlos, pero también el desafío para saber volver de esos lugares atractivos aunque casi siempre inhóspitos.



Y acaso la/las ausencias, esas entidades incorpóreas hasta que alguno se atreva a darles entidad, un nombre o un sentido, oficien de pulsión, de intuición y reflejo, pero también del necesario "salirse de lo propio". 

Es curioso, para quien cantó hasta el hartazgo "De nada sirve, escaparse de uno mismo", ahora encuentro un efecto oximorónico en el cierre de la canción de Moris. Cuando tira la sucesión de "tenés que salir, tenes sufrir, tenés que amar...etc.", todas cuestiones que, paradójicamente, son necesarias para tomar distancia de la mismidad, de lo propio que te encierra. 



¿En qué quedamos?

Y yo insisto con la ausencia. No la vaga del padre que se fue, ni la que remite a la díada materna, si no la que da alguna noción de movimiento. Algo ausente implica que pudo haber estado antes pero partió. Pensar en sus razones ya abriga un apetito literario o sherlockholmesco.

En este sentido son muy ricas y jugosas las variantes que propone la RAE para describirla:

Ausencia: Acción y efecto de ausentarse o de estar ausente.

1. Sin.: alejamiento, separación, desaparición, marcha, partida, abandono, viaje, huida, retirada, emigración, expatriación, destierro.

Ant.: presencia.

2. f. Tiempo en que alguien está ausente.

3. f. Falta o privación de algo.

Sin.: falta, carencia, privación, vacío, insuficiencia, escasez, omisión, defecto, laguna, inexistencia.

Ant.:existencia.

4. f. Der. Condición legal de la persona cuyo paradero se ignora.

5. f. Med. Supresión brusca, aunque pasajera, de la conciencia.

6. f. Psicol. Distracción del ánimo respecto de la situación o acción en que se encuentra el sujeto.

buenas ausencias

1. f. pl. Encomio que se hace de alguien ausente.

2. f. pl. Buenas noticias que se dan de alguien ausente.

malas ausencias

1. f. pl. Vituperio que se hace de alguien ausente.

2. f. pl. Malas noticias que se dan de alguien ausente.

brillar alguien o algo por su ausencia

1. loc. verb. No estar presente en el lugar u ocasión en que era de esperar.



Me quedo con esta última frase en relación al "era de esperar" que va de Godot a nuestro clásico teatral 'La China'. Quizás la trampa de todos sus sinónimos negativos y su recurrente enunciación, hagan perder de vista sus otros atractivos sentidos.

Descreo de sus antónimos (presencia o existencia) Que algo no sea dicho, no implica su latencia. 

El caso emblemático y bien nuestro se refleja en la palabra "desaparecidos". Curioso que haya quedado fijado como un plural. ¿No?. El término de moda "Muchachos" y el vilipendiado "peronismo" son colectivos. Pero esto no da para pensarlo por acá. ¿O si?


Entonces la sola mención del término ausente ¿no repercute como algo existente? ¿No sería eso tan ridículo como suponer que el vacío es real? Y por ahí sí. 

Vivimos conectados y entre ruidos (otro término morisiano) para eludir o mejor dicho evitar que algún hueco o alguna nada emerja en nuestras vidas. Tememos que la ausencia venga a sacarnos del eje y de la comodidad de las peleas habituales propias en nuestro mundo sabido. Igual que los marcianos de Wells, el cuco o el comunismo.


Como el aburrimiento, el silencio, lo incierto, como la pausa, la ausencia resurge cual alternativa del absoluto llamado conectividad que impone su reglas de juego. Casi determinándonos. 

"No quiero lo que pasa, pero no queda otra" es la frase más mediática. "Es esto o la nada", oficia una antinomia cual debate massista. "Así como somos no va, habia que hacer algo distinto", justifican los demoledores mileistas, barriendo con su bohonomia atrás y adelante, ayer y mañana. Certeros aunque inexactos como buenos terraplanistas, globalistas y altaneros.

Mentores de un nuevo lenguaje donde no hay cabida para los ausentes. No existe lo que no está a la vista. Sería una premisa para sostenerlos.

Y podríamos pelar decenas de lugares comunes y propios para mantener un status quo que no nos haga perder el eje. O cuanto menos que no nos saque de nuestra existencia cotidiana y digital.



O si no, cómo Alicia (o El Quijote)...a abandonar lo sabido y perseguir lo indescifrable.  

En todo caso, si la ausencia es espera, habrá que evitar la confortablmente adormecida pausa de la rutina conocida. 

Prefiero pensar que la ausencia implica movimiento. Transitar sutil, pero certero. 

Cual aventureros. Así, en plural. 

 

 

martes, septiembre 03, 2024

Algo que perdí

 Toso. Cruzo Mitre y giro como un autómata hasta Belgrano. Sí, otra vez. No sé muy bien para qué. La lluvia hace su trabajo y confunde y el inconsciente se  amolda a ese acto reflejo que me lleva al mismo recorrido.



Ya van diez años desde que el laburo me devolvió al barrio. Y aunque me lo sé de memoria hoy no lo reconozco. 

Igual insisto,  me aparto sin querer de la máxima peronista - "de casa al trabajo y viceversa"- y supero la casa del Churrasco hasta llegar a la Iglesia. Veo hacia un costado y otro, pero nada. De pronto surge un repaso automático de nombres de amigos, novias, comercios, de vagos recuerdos y desencantos. También de logros efímeros. 

Como ya pasé decenas de veces por estos lados, supongo que el algoritmo del gps debe estar haciendo su trabajo.




Repaso cada cuadra con la mirada como buscando algún indicio de aquello que perdí y que ahora intento rescatar sumido en falsas certezas. 

Quizás como las del ciego bajándose de un bondi. Hasta que el perfume hace su trabajo para por fin señalar la izquierda o la derecha.  

Por suerte está el viaducto, nuestro norte. Como muro muralla acota y simplifica. Entonces en el repaso uno está acá, pero también allá. Pispeando un terraplén ya inexistente. Ni escombros de nuestra canchita palaciega. 

En cambio, el gigante que hizo elevar al tren por encima de nuestras calles ahora cuenta con su gris disimulado en múltiples colores para indicarnos que Sarandí puede ser melancólico pero no triste.

Retomo hacia la Avenida que nos gobierna, encarrilándome a la rutina. El viento de la esquina de la ex Ortiz continúa tan inconmensurable como en la infancia, pero faltan cómplices interlocutores para ratificarlo. 

Con ver volándose pilotos ya se nota.

Habrá entonces que volver a las noticias que a uno le competen. Alguna nueva víctima para Yanina Latorre, los eternos y fallidos retornos de Tinelli a una escena que hace años se le hizo esquiva. Flamantes romances de influencers, de pasiones breves pero faltos del glamour noventoso. Y no mucho más. 

Llego a la redacción con las manos vacías. Pienso en Bono y aquello de "todavía no encontré lo que estaba buscando" aunque presumo alguna certeza por descubrir. Sólo que eventualmente resulta intangible y no sé po el momento cómo podría nombrarla. 


martes, abril 23, 2024

La importancia de Lomas, Universidad Pública y más...

 En el vértigo del día a día, se pierde perspectiva. Toda el conocimiento que me pegó en el rostro ratificando la ignorancia de un conurbanense con sueños católicos medios progres, medio naif, me ayudó a acomodar los patitos y concer gente valiosa, diversa, curiosa, atenta, divertida, sensible. 

Celebro la Unlz y los cientos de trenes y 54 para juntarnos a decodificar a Saussure, Pichíon, Heidegger y quien venga en suerte. Entre insomnios, incertidumbres, preguntas existenciales, vértigo, falta de guita. En todos esos aspectos. 

También aparecieron amigos y amigas cuyo mérito no pasa por la empatía ideológica, ni por proximidad barrial, ni siquiera parentesco. Pero gente que nos cambió para siempre y capaz de prescindir del tiempo y el espacio para igual llamarlos amigos. 

Eso también es la Educación Pública, juntarnos para pensarnos y trabajarnos como mejores sujetos. 

Cristina, Enrique, Jorge y también Marisa (a quien conocí en Lomas), Julio (y Vero por transitividad) lideran una larga lista que no es inolvidable, si no presente. 

Tan presente, como la formación que es parte de mi. Gracias por ese recorrido a la UNLZ y sobre todo, a tantos profesionales (con o sin título) que vivimos entre cursadas, promociones y exámenes.