martes, octubre 28, 2025

Trump a la naranja

 


"Crearemos nuestra literatura, no conversando críticamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un 'cross' a la mandíbula." (Roberto Arlt)

¿Qué podría detener semejante fuerza expresada por nuestro escriba fetiche?

Y sí, las cuestiones de siempre: La prohibición, el ocultamiento. El olvido, el abandono.

Y por supuesto: La censura.

En este caso, no de ahora si no desde mucho tiempo es La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange, de 1962) una verdadera trompada en el estómago y uno de los libros favoritos al momento de ubicarlo en las listas negras a fin de evitar el daño colectivo. Su lenguaje referido a la violencia, la libertad y el alma humana, todavía sigue siendo una provocación para el buen pensar.

Quienes hayan frecuentado la obra de John Anthony Burgess Wilson habrán comprendido que su arte no se agota en la unívoca escritura sujeta a desatar provocación o incomodidad. El hombre de Manchester desplegó emociones e impresiones varias que van más allá de la violencia. Desde 'El Reino de los Réprobos', pasando por 'Sinfonía Napoléonica' o 'El doctor está enfermo', sólo por mencionar algunas de sus joyitas, el prolífico autor moldeó romanticismo, ironía, diversidad de voces y momentos épicos, esquivos para los moralistas bien pensantes que siempre buscan culpables para sus políticas ejemplares.



Y sin embargo, su obra karmática molestando. Distópica, que le dicen. Tanto fastidia que el flamante Big Brother argento, Donald Trump (¿podemos llamarlo así después del último domingo 27 y su incidencia electoral?) optó por removerla de las escuelas, en modo higiénico. Pero vayamos por partes y veamos el germen de la maldad de este libro maldito.

1. El Argumento: Uno, dos, ultraviolento 

Imaginemos un futuro cercano donde la juventud reina con mano dura (o bota con punta de acero). Alex es un adolescente carismático y sádico de 15 años, líder de una barrita llamada "droogs". Habla en "nadsat", un argot inventado por Burgess que mezcla ruso con slang londinense, para sonar alienante y amenazante. Pichones de las Fuerzas del Cielo podrían emularlo, aunque no sé si les da para elaborar un diccionario propio.

  • Primera parte: Alex y sus aliados (Dim, Pete y Georgie) se dedican a robos, golpizas, violaciones y hasta asesinatos incluidos. Todo ocurre en una noche de caos puro, narrada con humor negro que invita a odiar y comprender al protagonista casi a la vez.  Él adora la música clásica de Beethoven, que lo eleva mientras comete horrores, contraste genial entre belleza y barbarie.

  • Segunda parte: El Estado te "arregla". Sin embargo, Alex es traicionado por su pandilla, capturado y enviado a la cárcel. Allí, el gobierno ultraliberal (¿les suena?) prueba en él la "Técnica Ludovico": terapia aleccionadora que lo condiciona para vomitar ante cualquier acto violento o incluso la música que ama. El muchacho sale "curado", pero robótico, una "naranja mecánica" sin libre albedrío. Luego, las víctimas de sus crímenes lo reconocerán y torturarán. El sistema lo utilizará como propaganda.

  • Tercera parte (final controvertido): O con debate, podemos decir. En la edición original británica del libro, (21 capítulos), Alex madura, pierde el gusto por la violencia y sueña con una vida normal: esposa, hijos, estabilidad. Cierre esperanzador sobre la redención natural. Pero en la versión americana (y fundamentalmente en la película de Kubrick) este capítulo no aparece, dejando a Alex aún sádico –lo que hizo la novela más nihilista y provocadora.



En síntesis el libro no glorifica la violencia; la disecciona. Burgess critica tanto el caos juvenil como el totalitarismo estatal que "cura" quitando la elección moral. ¿Libertad para el mal o paz forzada? Esa es la naranja que te deja amarga.

2. La Censura reciente: ¿Por qué Trump la odia?

Según un informe del PEN yanki de octubre 2025, La Naranja Mecánica fue removida de bibliotecas escolares en EE.UU. 23 veces solo este año. Esto se dio en estados como Florida, Texas y otros bajo influencia trumpista. No es una "censura oficial" firmada por él, pero encaja en su ola de libros controvertidos.

Posibles motivaciones:

  • Violencia gráfica y sexual explícita: La novela describe violaciones, torturas y agresiones calllejeras o domésticas, sin filtro (¿Habrá sabido algo Burgess acerca de 'El juguete rabioso'?). En la era Trump 2.0, con énfasis en "proteger a los niños" de contenido "perverso", grupos conservadores como Moms for Liberty (padres que se involucran en la política escolar, particularmente oponiéndose a la enseñanza de temas como los derechos LGBTQ+, la teoría crítica de la raza y la educación sexual). la tachan de "pornografía violenta" que corrompe a los jóvenes. Ironía: Alex ES un joven violento, pero el libro lo usa para criticar, no para promover.

  • Crítica al autoritarismo estatal: El "correctivo" Ludovico es una metáfora de gobiernos que lavan cerebros (piensa en propaganda MAGA o "fake news"). Trump, con su retórica de "ley y orden" vería esto como un ataque a su visión de justicia punitiva. De hecho, algunos analistas denominan a este presente como "el momento Clockwork Orange del trumpismo": un líder que impone moralidad mecánica mientras ignora la empatia.

  • Contexto cultural más amplio: El libro forma parte de 5,000+ bans en 2024-2025 (índice de censura del Poder Ejecutivo norteamericano). Con su sátira anti-autoritaria, Burgess choca con la agenda de "patriotismo" trumpiana. Esto sin embargo no es nuevo, durante los 70, el escritor fue hostigado por "inspirar crímenes" (como la película de Kubrick), y ahora se revive ese fantasma en escuelas donde se prefiere "contenido seguro".

En resumen: desde algún lugar 'La naranja...' todavía cuestiona el poder absoluto, algo que pica en el orgullo de un régimen que se vende como salvador moral. Por caso, en el informe de PEN el maestro Stephen King, crítico acérrimo de Trump, lidera la lista de los prohibidos.

Burgess es el segundo.



3. Los Sinsabores: En verdad este libro surgió desde las propias tripas de Anthony Burgess.

  • El trauma fundacional: La violación de su esposa. En 1944, durante un caos de posguerra en Londres, la primera mujer de Burgess, Llewela (Lynne), fue asaltada por soldados desertores estadounidenses. Embarazada sufrió un aborto espontáneo por el estrés y cayó en el alcoholismo. Burgess lo admitió: escribió el libro en 1961 como catarsis, pero le dolió revivirlo. "Era demasiado personal", dijo.
  • El odio a la fama y la película de Kubrick. El film de 1971 catapultó la novela, pero Burgess lo detestó: Stanley Kubrick cortó el final redentor, haciendo a Alex más monstruoso, y se llevó el crédito (y los millones). Acusado de glorificar crimen Kubrick retiró la peli en UK hasta 2000. Burgess se volvió su portavoz no deseado, defendiendo un libro que él mismo aconsejaba NO leer en sonetos: "Lee Hamlet o Shelley, no esta porquería". Amargura total: vendió su alma por "30 años de prosa", como escribió.
  • Censuras pasadas que lo persiguieron. Prohibida en Malasia, quemado en Arkansas, arrestos en los 70s... Burgess, católico devoto pero rebelde, veía la censura como hipocresía: "Un libro puede matar, pero ¿quién mata más, la ficción o la realidad?". 

En fin, La Naranja Mecánica fue su exorcismo, pero lo dejó más herido: un genio que quiso madurar como Alex, pero quedó atrapado en su propia máquina.

(Fuentes: Informe PEN America 2025; Wikipedia y biografías de Burgess



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