lunes, diciembre 21, 2020

Lacan y JP, Intrincados complicados




Justo ayer que me levanté comparando a Lacan con José Pablo (Feinmann), nuestro filósofo argentino faltó a la contratapa de Página. Y sí, son momentos arduos los del periodismo gráfico (hoy casi todo en conflicto), aunque lo de mi referente lleva mucho más tiempo por sus problemas de salud.

 

Cuesta verlo ahora en algún ocasional reportaje virtual, tras su ACV. Pero yendo al asunto, de él y del psicoanalista hay algo que me convoca, como aquellas primeras lecturas de Humor cuando JPF se aprovechaba del peronismo para decirnos otras cosas.

 


Literalmente en la mayoría de sus textos, entendía poco y nada pero no podía dejar de leerlo. No era la ideología lo que me subyugaba, si no una musicalidad que terminaba arrastrándome hasta el cenit de mi ignorancia.

Con Lacan, me ocurre lo mismo, "Una de las pocas cosas en que coincidieron Freud y Marx fue referirse a los síntomas de las personas", tira el discípulo de Sigmund en esta conferencia número 18 a propósito de "De un Discurso que no sería del semblante”. Aquí el tipo habla y desanda cada cosa que explica como quien se hizo experto trabajando con plastilina.

 

Tanto él como JP invitan a un laberinto mental (¿por qué no también pensarlo corporal?) en donde poco y nada importan la salida o la meta. Sí, por supuesto es una motivación animarse a andar a ciegas: descifrar, saber qué hay en medio de esos rollos donde Hegel, Heidegger, la verdad, el amor, las mujeres, la incomprensión, por supuesto el inconsciente, el deseo y el lenguaje son tirados al mismo bols de manera vertiginosa; como quien está más atento a concluir el plato, antes de evaluar si tantos ingredientes, son necesarios o se corresponden para una misma receta.

 


Lo increíble es encontrar una vigencia potente en Lacan aun cuando en apariencia este presente se ubique a años luz en relación a varias de sus hipótesis o especulaciones. El chabón se planta en una conferencia para hablar de la  huelga, bardea a los lingüistas, se mofa de su travesía argumentativa (o pretendo entender eso) y logra desvanecer tanto lugar inmaculado como quien te dice ¿viste todo el recorrido que hiciste hasta acá? Bueno, quizás fue al pedo.

 

Por el lado del autor de 'La astucia de la razón', también hay una búsqueda que no se agota en el existencialismo o no intenta rasgarse las vestiduras contra un sistema controlador. Aunque de algún modo el también novelista y fanático del policial negro, cual Chandler, tiene en claro que la batalla en solitario resulta desigual. Casi como ver a la víctima del laberinto (¿uno?) desde arriba. Particularmente destaco también de él un libro chiquito 'El ejército de ceniza' que tiene algo de Pedro Páramo, tremenda desolación (¿un Alburquerque patagónico?) donde los fantasmas de batalladores solitarios, casi incrustados en ese paisaje de grietas y cactus, se equiparan a la búsqueda de respuestas sobre un devenir, lógicamente ineludible (o algo por el estilo). Sí, la muerte, siempre ella.

 


En resumen, Lacan y JP hablan, a pesar de nuestra ignorancia. Cito a Jacques: "El interés, la oleada de interés que contribuí a aportar a la lingüística es, aparentemente, un interés proveniente de ignorantes. Pues bien, no está tan mal. Ellos eran ignorantes antes, ahora se interesan. Yo logré introducir a los ignorantes en algo que además no era mi objetivo, porque la lingüística, lo voy a decir, a mí me importa un bledo. Lo que me interesa directamente es el lenguaje, porque pienso que es con lo que trato cuando tengo que llevar a cabo un psicoanálisis".

 

La cura, las respuestas, el sentido simbolizarían esas miguitas que estos tipos nos dejan y que servirían llegado el caso a retrotraernos con algunos actos si hiciera falta, para comprender lo esencial.

Suena confuso. Pero lo fácil siempre prefiero dejárselo a los otros (además no me sale)

Buen lunes.



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