miércoles, agosto 05, 2020

Una cuestión celular

Un par de días atrás escuché a Juanse con Matías Martin dando una definición sobre el deja vu.

"No es cierto que se trate de una amnesia, más bien tiene que ver con toda la información que trae uno en su ADN, es una cuestión celular", aseguró, palabras más palabras menos.

El músico fundamentaba así, por qué algunos pibes terminan haciendo rock, por ejemplo, sin saberlo. "Por ahí sus viejos traen toda la data de sus parientes, que quizás crecieron oyendo a Zappa", fundamentó. Eso explicaría por qué terminan recuperando sonidos impensados o ajenos a su ámbito.

Aquella cuestión la extendí a otros aspectos que fueran más lejos de la sensibilidad artística. Vi una justificación acerca de las propias reacciones intempestivas. Se las atribuí a mis viejos, a los hermanos de mi abuelo. En esa dinámica estilo puzzle, pergeñé de qué modo se orientan las cosas o cómo repercuten lo que traemos en los que llegan (¿y se van?). Hijxs, para ser más precisos.

Y ahí, despojándome del concepto de dejavu (pensar que tengo un cuarto de novela con ese nombre que arrancó en los ochenta y que continuará el sueño de los muertos indefectiblemente, sigo) se me ocurrió confrontar, a medias, ADN vs.comportamiento. 

Para ser claros, cuando uno cría a los suyos, hay un debate implícito que probablemente no salga a la luz o sea insuficiente. Ahí estamos cada uno de los padres girando el cubo mágico respecto de lo conveniente. Por un lado la obvia tarea que uno trae consigo de "no voy a hacerte lo que hicieron conmigo", mientras indefectiblemente (¿acaso desde lo gestual también?) nos volvemos buras copias de quienes nos anteceden. 

Encima, la otra parte del asunto, nuestra compañera, transita un duelo similar. A este compost o receta, habría que sumarle la necesaria (mejor esta visión antes que utilizar el término saludable) tensión entre uno y otra, para buscar "lo mejor para ellos". Ergo, más bolonqui. 

Todo esto, descontando la presión inconsciente de nuestro ADN con la información de los piruchos que traiga cada uno. Ojo, no hay que especular con un tatarabuelo, bastan las acotaciones de un padre o una suegra  para desenfocar y dejar caer semejante y banal hipótesis.

Decía por allá que Juanse se aprovechó de su interpretación del dejavu y el ADN para fundamentar el hecho de que muchos pibes apuesten al rock. Y de paso esquivó el argumento de por qué no se banca ("o no entiende", aseguró para sonar más polait) el trap. 

Feliz coincidencia personal con el señor paranoico. Allá atrás, en su historia y en la de un servidor, nuestros abuelos se habrán embebido de cierto encanto arrabalero, haciendo honor a esta módica cuestión celular. 


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