Entonces todo lo que se ve bajo esas circunstancias (la geografía del eventual lugar, descubrir una personalidad o una cara nueva, atender los sonidos y los gestos) se potencian. A tal punto que reflotan la remanida y tentadora pregunta ¿y qué pasa si después del encuentro casual, se abandona la ruta por lo que venga? Acaso en ese instante transitorio reside el encanto. Suspender lo de siempre por un impensado devenir.
Con la película de Sofía Coppola todo momento insignificante resulta valioso. Mientras miraba el film pensaba lo importante de las circunstancias insignificantes que nos van alimentando el día a día.
Por ejemplo, volviendo del diario (recorrido necesario en el durante de este mundo "protector") escuchaba en la radio una semblanza dedica a la flamante fallecida, Rosario Bléfari.
La enumeración cerraba con su dulce voz cantando 'Río Paraná'. Había tanto de ochentoso y propio en esa guitarra, en esos versos simples de alguien que dice 'Adiós y se raja en un barco'.
Lo mismo sucedió en mi escena preferida de Murray y Scarlett cantando 'More than this', de Brian Ferry, aunque esta vez sí, la letra volvió a mi cabeza con más ruido. ¿Alguien puede rebatir que ese tema no es primo hermano de 'Todas las hojas son del viento'? Si dice:
"Podría sentirlo en el momento,
no existe manera de saberlo,
hojas caídas en la noche,
quién puede decir de donde volaron?,
tan libres como el viento"
Y uno bien podría concluir como Bléfari, como ellos en Tokio que como todos sabemos "More than this, you know there´s nothing". O sea, detrás de esto no hay nada.
Y sí, es el valor invisible de la insignificancia, del transitar.
Qué cosa no, apenas pensé en el título de este Post y la palabra surge con la potencia de lo promiscuo: Albergue transitorio, tránsito lento, transitar como deambular, vaguear.
Ahí estamos imaginariamente dividiendo las palabras como aguas, colocando las preferidas en un haber que no es el nuestro y en el debe a aquellas que pudieran hacernos bien.
desconocidos y nos animábamos a conversar de lo que sea. Acaso el juego de la competencia intelectual, dominaba los principios.
Nada que el alcohol no pudiera atemperar para que las confesiones de las miserias propias, resurjan más digeribles, soportables. Aclaración: siempre un/una extraño/a resulta el mejor oído, incluso al del teperapeuta, por la sencilla certeza que significan las altas posiblidades de no verse nunca más.
Y ahí está susurrándole a la chica antes de irse algo que en mi caso, significó
una laarga charla vía facebook intentando develar secretos como si en esa frase lanzada de un tirón, el sentido de cada uno, de la película, de cada espectador, dependiera de un imaginario y terrenal abracadabra.
Tan insignificante como salir a jugar.
O a transitar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Reflexionemos juntos, no te inhibas y peleate conmigo y con la escritura.