miércoles, febrero 22, 2017

Los que se quedan y los que se van

"No te quedás a hacerle el aguante", reprocha con esa sabiduría de quien se supone experto en lealtades.
Después veo cómo cuidó de sus amistades y concluyo que lo suyo es sólo una linda frase.
Además del 'quedándote o yéndote' spinettiano que se acerca al alfa y omega, blanco o negro, nacer o morir, recuerdo otra disyuntiva semejante que alguna vez tiró Silvina Garré: "los que se quedan, sufren un poco, pero no mueren como los qué se van".
En ambos casos, entiendo que todo depende de dónde estés parado.
Existe una fantasía acerca de que el que se va, parte hacia mundos más audaces, aunque el trayecto pueda resultar duro.
Como contrapartida (o contrapunto, mejor dicho), la sola idea de quedarse rebota como algo sedentario, quien se queda es el que soporta o, si queremos encontrarle un sentido amable al asunto, quien permanece cuenta con fortaleza suficiente como para sobreponerse a los sinsabores de la vida ordinaria (cotidiana).
Acaso la polémica remite al verdadero sentido del movimiento. Quien se mueve, intenta. Quien se queda, creemos, yace y por consiguiente, perece.
También hay que tener aguante para salirse de los cánones normales y patear el tablero.
En cambio, el hecho de "estar", podría ayudarnos a ser afortunados testigos de una evolución lenta pero persistente.
Entiendo como tramposa esta alternativa donde el andar es lo que nos determina y el estar, aquello que permite consolidarnos como sujetos.
Y ahí están en los laburos, esos tipos sabiondos que, por pillos o hábiles para callarse a tiempo, terminan premiados con sueldos suculentos, prácticos al observar y evitar comentarios irritantes que puedan depositarlos en un abrir y cerrar de ojos en la calle. Funcionales del mercado.
Y en la vereda opuesta, los pibes brain storming, se mueven abiertos a transformarlo todo, acaso porque el camino que emprendieron, todavía es lo suficientemente corto, como para perder kilometraje.
¿Y enamorarse? "Mejor perderse que encontrarse", sería otro cruce a considerar.
¿Y esto qué significaría? ¿Que perderse implique salirse del eje preestablecido, de lo heredado, de lo aprendido, para abandonarse a alguna circunstancia desconocida y por ende, inmanejable?
¿O que encontrarse se asemeje a buscar un punto en común, donde ni todo es de uno, ni nada del otro?
Encontrarse como equilibrio, nada más opuesto que un acuerdo amoroso.
Por supuesto que no tengo ni la más remota, sobre aquello que resulte conveniente (y convincente)
Dice alguna otra canción que las cosas tienen movimiento o, en la antinomia, cual Carlitos Balá, "como el movimiento se demuestra andando...andemos".
Sin embargo, si las cosas se mueven, ¿hasta qué punto sirve ir en su búsqueda?
"Cuanto más voy pa allá, más lejos queda, cuánto más de prisa voy, más lejos se va", canta Serrat en El Horizonte.
Igual, con tanta pretensión y ejercicio, decime si no está bueno, de golpe, dejarse llevar por que sí y, cuanto menos lo esperás, quedarte dormido. Quieto.

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