miércoles, febrero 15, 2017
Kamikaze, otra rayuela
Durante mucho tiempo, crecimos sosteniendo que la vida de los argentinos, es eso que pasa entre mundial y mundial. Bueno, no necesariamente. A veces las motivaciones o lo que nos sucede proviene de algo arbitrario que, con el correr de los años cobra tal fuerza interior que, recordarlo, nos hace tirar por la borda los modos bobos en que nos fuimos organizando.
- "Che, Negro, Kamikaze lo vimos juntos, no?"
- "Yes, 23 de julio de 1982, cumpleaños del Sr. Peter Aznar, quien esa noche subió a tocar", wasapea en el acto. Y yo me pongo eufórico con tal inmediatez; hay pactos tácitos que nos eximen de lo urgente y de las obligaciones, si es por recuperar la sintonía fina de ciertos sentimientos.
Los referidos a la música y a una en particular suele resultar de manera óptima, sin importar sesiones terapéuticas, problemas estomacales o presión laboral.
Enseguida, recordé también aquel de Baglietto, reconvirtiendo su escenario en un Winco gigante.
Y Lalala y, creo, el de Charly entrando en Ferro con su limusina rosa.
Y ese de la lluvia bautismal de un Clapton inolvidable.
La lista, juro, podría ser infinita. Basta con correr el eje y armar el mismo planteo con los discos. Y ahí está Marcelo manoteando Algunas Chicas de los Rolling, el Rockolection (hasta para los lentos), The Wall, Televisión de Porchetto y La chica del Adiós de David Gates, Noticias del mundo, de Queen, Desayuno en América de Supertramp, La grasa de Serú y... Kamikaze.
Las elucubraciones acerca de otros hipotéticos saltos funcionales que combinan arte y corazón, las pateo para adelante.
Por dar ejemplos, en el cine Kramer vs. Kramer, Abismo, El Francotirador, la aparición de los Cohen, Spike Lee, Cronemberg, Kusturica, Kiesloswiski, etc.
Con las revistas, las de Humor, Mengano, Fantasía o El Tony, Isidoro, Piturro, una medio fea de fotonovelas pseudoeróticas Kiling.
Los libros, Cortazar, García Marques, Sábato, la vieja Bullrich (pintaba zarpada), etc.
Pero quiero quedarme con el eje del día. Con Kamikaze.
Circunstancias más, otras menos, la poesía del Flaco de este disco es capaz de hacernos rebotar.
Primeramente, cual rebotril y luego, retrotrayéndonos o expulsándonos a amigables infinitos.
Ya todos sabemos que Quedándote o yéndote está a tiro, para ratificar una sensación que nos agobia y que, simultáneamente, da sosiego.
Y como para comprender la magnitud de su encanto, un mensaje cómplice y privado la reproduce en el acto, como quien dice "¡¡cuchá, cuchá, no te la podés perder, no se puede dejar pasar por alto!!!"
Y deberás plantar
y ver así a la flor nacer
y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz
el sol empuja con su luz
el cielo brilla renovando la vida
y deberás amar
amar, amar hasta morir
y deberás crecer
sabiendo reír y llorar
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
de tí saldrá la luz
tan sólo así serás feliz
y deberás luchar
si quieres descubrir la fe
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
este agua lleva en sí
la fuerza del fuego
la voz que responde por tí
por mí...
y esto será siempre así
quedándote o yéndote.
Y uno que se cree canchero y que, de a ratos la toma como refugio o como bandera, empieza a releerla por enésima vez. Y esto que puede resultar casual, aparece justo media hora después de tirar otros versos del mismo disco en face y recibir tanta gracia por citarlo, de algunos afectos entrañables.
"Ah, qué razón de ser, me habrá puesto piel, en la inmensidad".
A ver si alguien es capaz de igualarme semejante mantra,
Y que no me vengan con Expecto Patronum de Potter, ni ninguna letanía cristiana.
Ah...Basta de pensar y Barro tal vez, principalmente, están a nuestro alcance, para acompañarnos en la mala y para curarnos, cada vez que haga falta.
"Me parece que aquel recital tuvo algo de milagroso", retruco al Negro y lamentando no recordar nada de Pedrito en el escenario.
Sí, todavía lo oigo al Flaco (impongamos su mayúscula y que Jesús no se enoje) lamentarse después de darse flor de porrazo y evitar la convocatoria a la presidencia de la Nación, para cederle a tal lugar y candidatearlo al querido Gieco.
Perdón por el viejazo, estoy convencido de haber hablado sobre esto en algún post. Una frase remanida en periodismo sostiene que los lectores se renuevan y descarto que quienes forman parte de esta cofradía, seguramente estén habituados a semejante tara.
O a lo sumo, cuenten con parientes que hacen gala de sus recurrentes relatos.
Lo importante es no perder de vista, la virtuosa influencia del artista que hizo de un honorable suicida, una batalla victoriosa contra el dolor, frente a la inapelable derrota que significa poner el cuerpo y... perder.
Como sea, Kamikaze no da lugar a recordar partidos entre Argelia y Alemania, ni hablar de goleadores insólitos que ayuden a memorizar si uno entonces ya había debutado o transitaba su primera separación.
Ni siquiera abre la chance a preguntas tontas del tipo: "¿dónde estabas cuando a Maradona le silbaron el himno?"
Kamikaze tiene algo de milagroso. Una poesía que te cura, como un verso de escasos significados, pero de potencia suprema...de tí saldrá la luz.
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