jueves, diciembre 01, 2016

Un mundo de intersecciones

"Hay tantas terapias opcionales como números de adictos"
El cuasisilogismo que sugirió Néstor a partir de su experiencia (hoy coordinador de uno de esos tratamientos) podría transpolarse a la idea de patria.
Entonces, en la extinción de mi semana de caminatas porteñas, imagino las ya arcaicas clases matemáticas de clásicos círculos en pizarrones, cruzándose, separando pero también uniendo conceptos comunes y opuestos.
Y en tren de conflictos cotidianos sumé a los anticristinistas que aman a Lilita, desconfían de Mauricio, creen en el psicoanálisis y descartan o no se convencen del todo con la posibilidad de la vida eterna.
Del otro lado en este juego de circunsferencias inclusivas y descartes, vi a los devotos de la Señora que toleran a Boudou, no así a Delía, se ríen de las ocurrencias de Aníbal, aunque ni en pedo volverían a votarlo.
Así, desordenadamente, vi que mi juego de intersecciones supera por lejos a las proyecciones de las curas y los adictos.
No hay tantas patrias como sujetos si se considera que cada uno alterna semicírculos, según las circunstancias.
Sumando más ejemplos, la prueba podría implicar a los que gustan del rock nacional, pero no ven con buenos ojos a los actores locales haciendo cine. O los que sucumben con la cumbia, pero también adoran el cine mainstream con villanos yankis, del estilo Rápido y Furioso.

Están los racinguistas que odian a Máximo y se abstienen de opinar sobre Rodríguez Larreta, aunque consideran a Mirtha una genia "a su edad" y embanderan a una de sus musas, Alfano "porque está rebuena todavía".
Los bosteros que odian a Angelici, idolatran a Román y ahora tienen un interrogante con Carlitos. Esos mismos que pagarían una entrada en el Colón para ver Toscana pero ni le hablen de Macbeth (para sumar parcialidad elitista del mismo club)
Ya sé, exagero y la duda, si ya no abandonaste este post es ¿adónde quiere llegar este tipo?
Acaso después de pasar por un chino y sobreponerme a sus precios y a la humedad callejera, entendí que eternamente estaremos entrecurzados en nuestras elecciones.
¿Más los argentinos? Probablemente, acaso hay tantos compatriotas como pensamientos estancos y dinámicos con puntos de encuentros y desencuentros, azarosos y voluntarios.
Debe estar en uno (o en varios) correrse de una a otra semi (un cuarto) de circunsferencia para compartir por un rato al menos, visiones comunes.
Es el infinito y sólo eso, lo que examina nuestra finitud.
El mundo en otra rotación hoy retorna y recupera el mensaje segregacionista de otros tiempos con un único y ya poco sutil objetivo: que cada uno se plante en su superficie y no joda ni se entrometa en el círculo del otro.
Tosudamente obstinados, como quien intenta frenar el movimiento planetario y determinar nuestro modo de vida a dos o tres maneras, aún con la tecnología haciendo el juego de esta nueva Babel de sordos, habrá que aprender a juntarse y hasta reírse de las diferencias.
Hay tantos muros como formas de voltearlos en este mi (nuestro) mundo de infinitos círculos, infnitas (o finitas o medianamente infinitas y así sucesivamente) existencias por compartir.



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