viernes, agosto 14, 2015

Pros y contras de la visibilidad

Esta semana, hubo un personaje de Peter Capusotto, obstinado por dejar una marca en este mundo.
El tipo hacía lo imposible para grabar cada instante como si fuese el último: una puerta trabada desencadenaba en lo que parecía un final seguro, hasta que alguien la abría; la demora de un café, sobrevenía en desesperación, cruzar la calle era una muerte segura. Pero no, ahí seguía el tipo, agradeciéndole a la vida por sobrevivir un día más y reinventándose conflictos, en un exagerado protagonismo, frente al plano corto de su celular.
Conflictivo este presente de intentar algo osado si la trascendencia ocurre fuera de los 15 x 7 centímetros. Todos podemos prescindir de todos y si la vista se posa en un mismo lugar, habrá que compartir la mirada colectiva "preeditada", "preestablecida" para poder coincidir en algo.
Y en esto de mirar y ser visto ¡cuánto se avanzó!
Igual algunos sin embargo, fuimos afortunados de pensar que un tipo como el Almirante Massera, no tuvo la dicha de contar con su propio drone en su férreo interés por espiar almas ajenas.
"Siempre me pregunto cómo será la vida de toda esta gente, cómo me gustaría entender y ver lo que piensan", cuentan que reflexionó alguna vez en voz alta el dictador indicando aquel macabro deseo en dirección a los edificios hacia la gran ciudad.
Yo no pido un drone, pero lamento aquellas imágenes que no fotografié, por ponderar el placer de gozar  instantes únicos e irrepetibles.
Quizás hoy eso es lo que seduce tanto, que cada situación visible sea vulgar y reiterativa hasta que alguien detenga esa potencial imagen viralisable.
 ¿Y antes? ¿Quién quería hacer de sus sueños y torpezas un virus infinito?¿Acaso los artistas? ¿los publicistas?
Así estamos pensando que la originalidad standar llegará a los ojos de otros, hasta volvernos únicos y famosos, en un mar de anónimos...únicos y famosos.

Mientras escribía esto, al principio, vino a mi mente la frase "ayudame a mirar", que usó Baglietto para un disco. Creí que era una canción, pero sólo refería a un subtítulo.
Recordé la tapa de El Tomi, no tanto los contenidos de la pieza musical. Pensé en el rosarino, haciéndole un pedido de esa naturaleza a su primer hijo.
En esto de aguzar la vista y con cierto morbo, también se coló un susurro inconsciente de la estrofa del flaco, "como un ciego, frente al mar".
Hoy no hay lugar para los ciegos, ni para los que buscan perspectiva, la visibilidad, si no viene desde las alturas dronianas, suena a quimera. Salvo un contrapicado que realce la tragedia, como ese saturado uso de estos días hasta el hartazgo, de aguas invasoras y con la Basílica de fondo.
Y aquí estamos, delirando para que mi vieja, como suele decirme, vuelva a insistirme otra vez en público o en privado: "no entiendo nada del blog ese viviste lo tuyo, qué querés decir con eso? no te entiendo"
Y yo, con ganas de que alguien me ayude a mirar, que me señale
el barrilete ese, la gota de lluvia, la cicatriz, el sol.
No que la retrate ad infinitum, sino que me indique por dónde ir, adónde apuntar.
"Es por allá"
Y contemplar.

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