lunes, septiembre 22, 2014

Post Catarsis

Ya largué parte de la calentura por la escasa pasión que hoy conservo, Independiente, está claro.
Aunque más práctica, me resulta menos dolorosa que mis reivindicaciones políticas, esas que dejan la amistad stand by (por no decir knock out).
Imagino a los de rasingusitas devenidos en talentosos tuiteros de @enunabaldosa recuperando el habla (por unas horas, claro, hasta que les toque jugar de nuevo)
También, me entusiasmo en pensar que acaso la experiencia del triunfo y el desamor en el mundo futbolero, siempre desencadena en relatos jugosos. Así concibo al negro Fontanarrosa y al gordo Soriano, como voces autorizadas de los entuertos de viejos potreros.
A mi, en cambio, me toca jugar con otras paradas más complejas, como seguir intentando picaditos de fin de semana, con otros más futboleros, entrados en años, pero de buen pie (o viveza criolla), mientras en mi caso, el dolor de espalda y los cincuenta (que tras varios meses dejaron ser flamantes) me acercan más al patadura de la infancia que al aguerrido delantero de mi última adolescencia.
En este sentido me jacto al anoticiarlos que mi hijo Saverio me saca varios cuerpos de ventaja y por propia desfachatez.
El pibe siempre fue puntero, la pide y no la regala y en un fulbito municipal devaluado (por sus fallidos y limitados entrenamientos), de a ratos se divierte y emboca.
Encuentro en esto de tomar la bandera roja, una manera noble de sostener lo aprendido-lo heredado.
Y me gusta. "La historia de la rebeldía es la historia del fracaso", bien podría haber escrito Andrés Rivera.
Y su cita provendría expandiéndose en alternancia del infinito al más acá: rebeldía, fracaso, rebeldía, fracaso.
Bueno, tampoco pensar que el fútbol es la mejor metáfora de la utopía (¿o sí?)
En cualquier caso, hay quienes deciden pararse desde algún lugar y a partir de ese punto caminar.
En mi caso, asumo que desde este 2014, me convertí en walker. Je, sí, le inventé una palabra cool a algo que hice durante toda mi vida: Caminar, deambular. A diferencia de los runners que tienen la dicha (y el entrenamiento) de sostener su amor propio a partir de una constancia (colectiva-compartida), a uno le caben los tramos laaargos del paso firme por el terruño en suerte.
Qué loco, buscando una foto choreable para este blog que aluda al caminante, descubro esos carritos, mezcla andador para lisiados. Etapas, que les dicen, ya habrá tiempo para erguirse y mirar mejor de frente.


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