martes, diciembre 21, 2010

Montón de nada

'Prince: sin vos soy un montón de nada', reza un grafitti quilmeño a pocas cuadras de la callle Alison Bell y, mientras oigo a Sting jactándose de su condición en Nueva York, aún resuena en ni cabeza la ilusión de volver a Marruecos o a cualquier país que se precie de cierto exotismo, preferentemente con la música, la gastronomía y la alegría árabe.



'Que mi sueño los guié', especulo como motivación paterna en esto de dejar algún estímulo a los hijos que superen la media obligada. Después repaso, aún con cansancio, fiebre y vómitos, ya compartimos el viaje a Puerto Pirámides, ahora al menos por un rato proyectamos una delirante estadía en un crucero, atrás vacaciones compartidas con otra familia, luego un paquete tenso caratense. El karma familiar es la permanente tensión frente al mínimo posible relax. Arranqué con un grafitti, con el montón de nada, el nombre inglés en la pretensiosa 'Cañitas del sur'
-¿Cómo estarán ahora en Londres?, se preguntaba un par de horas atrás Save padeciendo nuestro calor y proyectando la nieve inglesa en sus especulaciones. El cuerpo, me digo ahora, con su temperatura, demanda ensoñaciones, yo le comento que prefiero el frío aún cuando me encantaría volver a Tanger. Volver a mi montón de nada, sabiendo que en esa nada, costosa, insignificante, pero persistente, mi princesa me entenderá. Creo.

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