martes, enero 16, 2007

TERMICO



Repaso como un ejercicio memotécnico: 41 grados, bata, lluvia, pequeña observando al viejo ridículo, cientos de miles de golondrinas revoloteando una y otra vez alrededor del complejo termal. Empiezo nuevamente y me repito con la certeza de que la memoria fallará, se me cruzan los compañeros. El dolor de la muerte reciente de Ana y mi descanso merecido y nada culposo. Los ojos de la niña y ese dedo señalándome como una empanada de publicidad.
“Mirá mami la capa blanca de ese señor, ¿fue un superhéroe?”

"No querida, apenas simpatizante de la Tendencia, hoy devenido en jubilado".

Si hubo algo de heroicidad en ese humilde complicidad. La memoria siempre atenta con el individuo. Heme aquí, repasando mis últimas actividades y remitiéndose siempre a la tardía juventud.
Así estamos los dos en Federación. Violeta, resuelta a los cosméticos y aceites balsámicos y yo, deseoso de quitarme por fin ese dolor de espalda que partirá conmigo cuando los gusanos hagan su tarea. Anoche discutimos. Pavadas, pero bueno, con esto de Federación y la ciudad inundada y condenada al desarraigo, me hinchó soberanamente las pelotas. Ella decía que mi posición era autoritaria. Que el traslado obligado de la gente por la construcción del dique fue una barbarie. Yo no sé muy bien pero las cosas no me cerraban. Es cierto, los milicos dejaron en bolas a un tercio de la población y los mudaron de prepo por lo de Salto Grande, pero ellos no terminaban de pegarles, con sus argumentos.
Bah, pequeñas contiendas en tiempos donde nada está tan claro y donde las barricadas se construyen y destruyen en el entorno íntimo y afectivo. En definitiva, quien le presta atención a un docente jubilado.

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