sábado, noviembre 17, 2018

Gran Via, 94

Llueve en la Gran Vía. Nos tenemos y esto nos pesa.
Llegamos, saltamos el charco acá tan lejos de lo impensado pero igual nos enojamos.
Faltan días para mi cumpleaños.
¿Peleamos por encontrarnos solos o por la distancia de lo que dejamos atrás? ¿Será como una suerte de pánico por llegar a lo soñado?
Salimos del hotel que se asemeja más a un departamento familiar que al formal hospedaje.

Hay un sujeto decorando las paredes callejeras, cuyos ojos enormes nos invoca.
Está difícil descifrarlo.
Ni idea de dónde proviene, si es oriental, si lidera una banda piel roja, del tipo tomahawk.
Después nos enteramos que se trata de Björk.
Nada tiene que ver con la chica-duende islandesa, más bien se enlaza una especulación metalera. Eso es lo que se representa en el imaginario prejuicioso que uno trae desde los noventa sudacas.

Los madrileños trajeados van al cine y la segunda mujer convertida en afiche, Juliette Binoche, se adueña de la cartelera de este martes a la noche.
Su azul de fondo a futuro resultará memorable a la hora de enunciarla a ella, la actriz y al entrañable, desaparecido pero no por esto menos necesario Kieslowski.
Dicen entonces que por una ley nacional todo film extranjero deberá sí o sí ser doblado al castellano. Feo suponer el "oye tío", en boca de la francesa.
Pasamos, mejor verla al volver a casa.

Caminamos con la tentación a cuestas de las benditas tapas, pero hay que hacer cuentas y recién llegamos, ni empezamos a recorrer esta travesía.
Refugiados en las ofertas de Mac Donald, sorprende, mejor dicho perturba, el skinhead que resuelto lidia con su Big Mac, solitario en mesa para cuatro.

Salimos, nos perdemos por la confiada, invernal y "hospitalaria" capital de la hispanidad universal. Todavía no sabemos qué día volaremos a Tánger, pero francamente la preferimos, quizás porque es más próxima al mundo propio y que nos cobija llamado tercermundo.
Nosotros le decimos conurbano a secas. De hecho, en noviembre 2018 parece cuestionable el término que entonó Fito y sin embargo, el sinónimo que describe a la patria bonaerense, rota y distintiva sigue más fresco y vigente que nunca.

Igual la cosa es en la Gran Vía de ayer que se hace ahora en el teclado.
Almodóvar ya es establishment y el Corte Inglés, el mejor reflejo de nuestra difunta Gath & Chaves
Mengua la bronca incomprensible compartida. Acaso haya sido el hambre. Como ahora.
Tengo la certeza de que todos los enojos vinculares de hoy se generan por la guita.
Ya sé, dije una obviedad (Te creíste que podías tener un presente digno, parafraseando a los yellowss)

Aquella lluvia aún se huele más que ésta.
En  cambio los enojos se asemejan.
Igual como dije, los de entonces duraron un rato.
Nada que ver con el dolor de la Binoche, tras aquel accidente fatal
Ni que hablar de la ceguera de la otra chica afichera, en manos del macabro Von Trier, haciéndola bailar en la oscuridad.
Tábamos lejos, decía, allá en la Madre Patria, faltaba comida y respuestas vagábamos como acá.
Bah, un poco más.
Y no nos faltaba nada.
Atravesamos esa calle que parecía familiar, aún entre desfiles de blazers Ives Saint Laurent y ojos esquivos.
La cama del hostal doméstico nos albergó el cansancio.
Primera cuenta saldada.
Habría más
(final que obliga al continuará...)





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