jueves, agosto 23, 2018

Los veo yéndose

Sí, sí, de pronto, a ellos. O estos. O mejor dicho a eshos, reivindicadores de la s y la h para ponerle por primera vez en la lengua castellana acento a dos consonantes: s´h'egua.

Qué se yo, a lo mejor es la impresión que me dejó el último discurso en el senado.
O los viejos vinagres vivando el premio de la infancia militar después de una cena, anteayer en una plaza que simboliza otras cosas.

Lo concreto es que me los imagino disparándose.
No haciendo ruido, no es su estilo. "Buscando nuevos horizontes o propósitos que permitan desarrollar mejor nuestras potencialidades". O vaya a saber qué discurso te inventan estos Ceos del subdesarrollo.
Eso sí, no le pongan muchas fichas a su verso, pensá que el último lo escribió Antonito de la Rúa. Y del que te jedi, qué decir. La papa en la boca superó los mandatos de Boca y este.
Así que no hay muchas luces.
Simplemente se rajan. Como quien ya no tiene más botín, o más siniestro como quien te corre de la mirada cuando suelta un "la empresa no te necesita".
Pero claro, al revés. La empresa fluye en otros capitales más confiables.

Qué más da.

Y por qué, tras visualizar su partida, no nos imaginamos haciéndonos cargo de los lugares?.
De los restos, de sacarle brillo a sus resacas amarretas. Porque estos sí que no te dejan nada. No hay Ceo generoso.
Si no mirá, sin picana, con una fotocopia, hoy venden hasta a sus aliados, con tal de que nadie les toque el culo en la gayola. Porque todos sus exabruptos son ajenos a la pureza que conlleva su clase. Válgame dios, en eso de mezclarse con la negrada.

Entonces y ahí, aquí, ahora, con ellos partidos, exiliados, huidizos, nosotros, los que nos quedamos a hacer el aguante, no nos ponemos a  hacer cuentas, no. Eso después. Nos ponemos a ver qué hay de comer.
"A ver si nos organizamos", dirá alguien para evitar el bolonqui. Es obvio que "la organización vence al tiempo" y a las urgencias también, por qué no.
Primero repartimos las migajas, no las que derramó el capitalismo, si no la que rescatemos de la basura. Después proyectaremos sembrar, pero no sólo eso. Estudiar, en casa, dónde sea. Ver que sirve, que falta, por dónde empezar.

¿Habrá sed de venganza? Por supuesto, pero primero el pellejo. Y el próximo, el prójimo. El otro. La patria es el otro. Ese que se queda a pelearla cuando los chetos se van. El cercano, el que cuando quiere, quiere bien.

Se van o mejor dicho, se fueron, me digo. Dan ganas de celebrar.
"Saqueadores", nos dirán a miles de kilómetros ellos. ELLOS. Un vinito bien argento no va a venir mal. La sidra se las dejo para los abuelos privilegiados, lo siento, pero que los viejos se jodan un poco. Sus últimos votos serán  mis no jubilaciones. ¡Jubilaciones! cómo pensar en ella, si ahora hace falta el guiso colectivo.

La olla popular. Qué feo suena siempre esta imagen no, la miseria vergonzante. La pobreza que no hay que ver. Olla como un pozo o como un todo. Y popular, vulgo.

Ves, la grieta se tapa o con cemento o se vuelve olla.
(Igual teman garcas, allá en el horno se vamo a encontrar)

Y el papel de diario sirve para hacer fueguito y la conexión estará peor que nunca. Y la nafta, sólo para transportar lo indispensable. Mucha bicicleta, de las de verdátt.
Y a juntarse y gozar todo lo que se pueda del rey sol. ¡Con este Sol!, parafraseando el Moreira de Bebán y Favio.

Y nos vamos todos a la plaza, a reírnos, a mirarnos a los ojos. A sacarnos fotos para mandar cuando vuelva el wifi, o guardarlas o reenviárselas al mundo como postales.
No por correo argentino, no. Eso fue un curro.

Y bailar. Giraaaa y giraaa, entre la gente, entre la gente, quiero verte bailaaar.

Y hacer un fogón y hacer memoria para recordar a los tipos que piensan difíciles. ¿Economistas? ¿Expertos en marketing? Ni en pedo!! Filósofos y poetas nomás.

Se van y eso sí, nada de utilizar el antónimo eh.
Volver es cosa nuestra. Con los dedos en V.
O de cashados.

Como siempre. 


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