Me levanto como siempre a dar vueltas con el zapping inconducente
de programas futboleros. Mate que se enfría y hoy es más lunes que nunca. Me
detengo en la piba contándole a Pablo Ramos alguna de sus poesías y cuentos.
Emociona. Ya lo tiene me digo. Encontró eso que en mis cincuenta y pico que
comienzan a hacerse largos todavía no descubrí.
Entonces se sucede una catarata
de derrotas que justifiquen mi anomia. Creo ver durante los últimos días o
meses el fracaso o entumecimiento de la escritura. He perdido o postergado el
deseo de viajar. Fracasaron también varios encuentros. La capacidad de sorpresa
ya no conmueve tanto. Han quedado pendientes las cuestiones amorosas. Me estoy
quedando sin tiempo. Con los amigos ocupamos las palabras que la contingencia
nos permite. Me voy sintiendo cansado sin hacer demasiado esfuerzo. Las
imágenes vivaces se vuelven clichés. El paladar negro suena a metáfora a
recuperar o añoranza de un juego que es ajeno.
Se ha quedado dios en el
camino, pero también las luces del pensamiento. El sistema va recreando
enemigos que son viejos conocidos. Ahí tenés a Nicaragua y México desangrándose
en simultáneo por PPT y TN. Bienvenidos los advenedizos rojos a una patria,
necesitada de hacer del ciudadano el enemigo común.
No les conté pero ayer me paró
gendarmería a pedirme los documentos del auto. Imagino que se volverá costumbre.
Hasta que te canses y viajes en bondi, hasta que te canses y la SUBE agote su
crédito, hasta que te canses y camines más lento. Hasta que te canses y te gane
el invierno.
Soy campeón de las derrotas, lo
dice este post que intenta desempolvar un blog adormecido.
La piba escritora, Larralde, se
llamaba, enunció en tres líneas la mejor versión argenta de Carver y justificó
la mañana. "Me llamaste después de dos años, mientras estaba en la calle
con un filet en la mano", o algo parecido, describió. Ya lo tiene, me
dije. Y ya lo conté aquí. Después Ramos, para el cierre de su programa, presto
a extinguirse por Canal Encuentro (NdelR: quizás la emisora se apague primero y
con ella al ciclo se lo lleve puesto) le propone un juego a la escritora, que
se pregunte algo que faltó en la entrevista y que ese algo sea sincero. Ella lo intenta, se conmueve,
pero calla. "Guardátelo, estuvo buenísimo", comulga él, gentil.
Discreto.
Después del programa salí a
comprar huevos y manzanas, hay que poner orden en la mañana. Enumeré todas las
derrotas y desaciertos del último mes, para adentro claro. Campeón de las
derrotas, autotitulé. Una razón pal regreso.
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