domingo, junio 17, 2018

2002...¿2018?

¿Quién se puede despegar de las circunstancias sociales a la hora de encarar un Mundial? Cualquiera.
Y no. Ahí estamos en 2002, mirándolo a Marcelo, que no es el cabezón, si no Bielsa, un delirante y soñador dispuesto a encarar la empresa más difícil de su existencia: sacarnos campeones. A Nosotros, a los que no queremos a nadie en el gobierno. A los que sabemos que no hay milico capaz de sostener a la Argentina, ni político que resucite nuestra confianza. "Que se vayan todos", resonaba genuino a seis meses de distancia y  miles de kilómetros de Japón. Hay un plan, dice el Clarín de entonces, sosteniendo al cabezón que no es Tinelli, si no Duhalde. Muchas "D" sugeridas. Devaluación, desdolarización. Y Dolor, siempre el Dolor.
Dolor habrá sentido Messi que se quedó solito pensando por qué pateó tan mal esa oportunidad de sortear a los isleños vikingos. Esos barbetas que encienden a nuestras féminas ya libres de pecados y enunciaciones. Por las dudas que a nosotros ni se nos ocurra elogiar algún culo o tetas instegrameras que de cosificar no entendemos nada porque somos cavernícolas.
Pero sigamos, dolor, lo que se dice dolor no es el de Lio, si no de los más pobres. Mañana, que en verdad será en un ratito, el lunes vendrá a limpiarnos con sus vientos de verdades para decirnos que lo hicimos mal de nuevo.
Que confiamos a ciega, que no se fue nadie y que los que parten sólo lo hacen para ratificar que sus capitales estarán bien guardados en el exterior. Afortundamente hay cosas más importantes, como comprender que Sampaoli no es Bielsa. Que ese muchacho no entiende nada. Que paradójicamente en la alegría, con el gol del Kun, estuvo solito sin poder abtrazarse con nadie. Que pifia los cambios y no se da cuenta.

¿Te lo explicamos nosotros Jorge? ¿Por qué no si somos unos genios en esto de jugarnos por el cambio?
El cambio arbitrario, desprejuiciado, porque sí, porque lo dicen todos, porque ya hicimos intentos futboleros y hay que dejar lo bueno y comenzar con algo nuevo. Sea bueno, malo o lo que sea. Y qué me importan las tres finales perdidas, después de dos décadas de sequías en cuartos. Qué importa el dólar si no hay ningún dólar. Y en definitiva, los que lo tienen los van a seguir cosechando. Y la verdátt a mi me gustaría hablar de Meza, de Taglia, del Kun ("ese cara de boliviano", según describió un tuitero) y su retorno. De Messi, del pelado cabrón y su motoquero Becaccece que enternecen, rompiendo el paradigma de entrenadores proliijos y europeos.Grotescos, bien argentos.
Pero no, no sabemos cuánto durará nuestra existencia futbolera, mucho menos la de los cincuenta mil millones próximos a centrifugarse con la recurrente timba cambiaria y cambiera propiciada cada seis meses.
Yo quisiera que ganemos un Mundial, así cerramos la etapa Diego y de los viejos cheroncas.
¿Pero te imaginás si salimos campeones? Mientras la Selección llega a la Rosada, Mauri te entrega el Perito Moreno, sin debate, ni cadena nacional.
¿Es biciesto el 2018? Ya me olvidé, creo que no. Sólo sé que el 18 es la sangre y el dos, el niño. Si allá lejos, hace 16 años nació un intento de patria refundada, ahora en el 18, se vuelve a desangrar como lo dice la ley de la Argentina.
A lo mejor croatas y nigerianos nos dan una vida más. El Var no es lo nuestro. Tampoco meter en cana a quienes nos piden más sacrificios. Al menos no es eso lo que nos dice (sugiere) Clarín.





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